(El último 02) El último orco by Silvana De Mari

(El último 02) El último orco by Silvana De Mari

autor:Silvana De Mari
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fantástica
ISBN: 9788496694576
editor: www.papyrefb2.net


Capítulo 21

La idea era simple: tenía que obligarlos a perseguirlo, pero había que darles tiempo a los caballos de los hombres para reposar, de tal modo que cuando la ciudad de Varil fuera visible no estuvieran exhaustos. La liberación de la ciudad era imposible. Lo único que podía hacer era conducir a los Mercenarios de Rankstrail hasta allá para que, pudiendo hacer caso omiso del Juez, comenzaran a organizar una defensa.

No fue demasiado difícil desaparecer y reaparecer, pero tampoco demasiado fácil. Los Hombres tenían sentidos mucho menos alertas que los suyos, sobre todo la vista y el oído, pero tenía que tener cuidado con el Capitán que poseía una habilidad extraña para oír las cosas, para percibirlas antes de que sucedieran, habilidad a la que aún no había logrado darle un nombre.

En la garganta del Dogon, mientras los hombres del Capitán dejaban descansar a los caballos después de haberlo "perdido" por segunda vez, Yorsh se encontró otra vez con Paladio y Meliloto que lo esperaban en un bosquecito de cedros como habían convenido. Los dos estaban tensos y en ese momento, más que todo para tranquilizarse ellos mismos con la idea del valor del único defensor con el que contaba el Mundo de los Hombres, comenzaron a enumerar los méritos del Capitán:

—El que liberó de los Saqueadores a la Tierra del Sur.

—El que volvió a traer las vacas.

—El que nunca ha sido derrotado.

—El que mató al dragón.

—El que durante diez años les opuso resistencia a los Orcos.

¿El que mató al dragón?

—¿El que mató al dragón? —repitió Yorsh.

Ambos se miraron espantados: habían dicho lo que no había que decir.

Yorsh sintió que un frío le recorría la espalda.

El Capitán era el asesino de Erbrow, su hermano dragón, la criatura cuyo nombre llevaba su hija. Se estaba echando de enemigo al criminal que había matado a Erbrow. ¿El asesino de Erbrow era el paladín de la humanidad? La humanidad estaba en muy mala posición. Si su salvación dependía de una alianza eventual entre Yorsh y el asesino de Erbrow, las esperanzas se volvían casi impalpables.

En ese momento, Meliloto se movió y quebró una rama. El Capitán los escuchó. Este, al parecer, tenía un oído muy superior al de un hombre normal, aunque no tanto como el de un Elfo.

Yorsh se vio obligado a dejar a los dos imbéciles ocultos en la sombra, volver a montar su caballo y partir hacia la llanura de Varil, la única dirección posible. De un momento a otro la garganta del Dogon terminaría y la ciudad aparecería.

Solo en ese momento se le ocurrió a Yorsh que tendría a la caballería del asesino de Erbrow detrás y a un ejército de Orcos en frente. El entusiasmo le había hecho olvidar un último detalle: su salvación. La historia del último guerrero álfico, Nerstrinkail, tampoco decía nada al respecto. Al fin, ¿cómo se había salvado el pobrecillo?

De repente la garganta del Dogon se acabó. El cielo se ensanchó de un momento a otro y las estrellas arribaron al horizonte.

Yorsh sintió el viento en el cabello y en el rostro.



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