Einstein by Walter Isaacson

Einstein by Walter Isaacson

autor:Walter Isaacson
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 978-84-9992-640-7
editor: 2016


«DIOS NO JUEGA A LOS DADOS»

¿Qué fue, pues, lo que hizo que Einstein cediera el camino revolucionario a otros científicos más jóvenes y radicales, y pasara a adoptar una postura defensiva?

Como joven empirista, emocionado por sus lecturas de Ernst Mach, Einstein había estado dispuesto a rechazar cualquier concepto que no pudiera ser observado, como el éter, el tiempo y el espacio absolutos, y la simultaneidad. Pero el éxito de su teoría general le había convencido de que el escepticismo de Mach, aunque podía ser útil para deshacerse de conceptos superfluos, no servía de mucha ayuda a la hora de construir nuevas teorías.

—Cabalga el pobre caballo de Mach hasta dejarlo exhausto —se quejaba Einstein a Michele Besso, aludiendo a un artículo escrito por un amigo mutuo.

—No debemos ofender al pobre caballo de Mach —respondió Besso—. ¿Acaso no hizo posible el tortuoso viaje a través de las relatividades? ¡Y quién sabe si en el caso de los repugnantes cuantos no podrá llevar también a Don Quijote de la Einsteina a través de ellos!

—Ya sabes lo que pienso del caballito de Mach —le contestó Einstein, a su vez, a Besso—. No puede dar a luz nada viviente. Solo puede exterminar a las dañinas alimañas.[65]

En su madurez, Einstein creía más firmemente que había una realidad «objetiva» que existía con independencia de que nosotros pudiésemos observarla o no. La creencia en un mundo externo independiente de la persona que lo observaba —diría repetidamente— era la base de toda ciencia.[66]

Asimismo, Einstein se resistió a la mecánica cuántica debido a que esta abandonaba la causalidad estricta y, en lugar de ello, definía la realidad en términos de indeterminación, incertidumbre y probabilidad. A un auténtico discípulo de Hume aquello no le habría preocupado. No hay una verdadera razón —aparte de una fe metafísica o de un hábito mental arraigado— para creer que la naturaleza debe actuar con absoluta certeza. Es igualmente razonable, aunque quizá menos satisfactorio, creer que algunas cosas simplemente ocurren por casualidad. Sin duda había crecientes evidencias de que en el nivel subatómico ese era precisamente el caso.

Pero para Einstein aquello sencillamente no sonaba a cierto. El objetivo último de la física —decía repetidamente— era descubrir las leyes que determinan estrictamente las causas y efectos. «Yo soy muy, muy reacio a renunciar a la causalidad completa», le diría a Max Born.[67]

Su fe en el determinismo y la causalidad reflejaba la de su filósofo religioso preferido, Baruch Spinoza. «Estaba absolutamente convencido —escribiría Einstein acerca de él— de la dependencia causal de todos los fenómenos, en una época en la que el éxito de los esfuerzos por alcanzar un conocimiento de la relación causal de los fenómenos naturales resultaba todavía bastante modesto.»[68] Era aquella una frase que Einstein podría haber escrito para referirse a sí mismo, subrayando el carácter transitorio implícito en el término todavía, tras el advenimiento de la mecánica cuántica.

Como Spinoza, Einstein no creía en un Dios personal que interactuaba con el hombre. Pero sí creían ambos que había un diseño divino reflejado en las elegantes leyes que gobernaban el funcionamiento del universo.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.