Ecolalia by Víctor Blázquez

Ecolalia by Víctor Blázquez

autor:Víctor Blázquez [Blázquez, Víctor]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Terror
editor: ePubLibre
publicado: 2018-06-14T16:00:00+00:00


DE VUELTA A LA SENDA ORIGINAL

(A.K.A. ECOLALIA)

—Fácil.

No sé a ti, a mí desde luego me alivia un poco descubrir que volvemos a estar aquí.

Déjame que te diga algo: no existe vocabulario preciso para describir el dolor que siente Joe en este momento. Puedes verlo con tus propios ojos, cómo se le desfigura el rostro, se le crispan las facciones, se inclina hacia delante entre alaridos y comienza a regurgitar mientras su cuerpo se estremece con espasmos. Lena se gira hacia él, como lo ha hecho en todas las ocasiones, y corre a socorrerle en la medida en la que es posible hacerlo. Qué te pasa. Joe. Estás bien. Entre signos de interrogación que no suenan demasiado certeros. Es evidente que Joe no está bien. Hecho un ovillo en el suelo, se retuerce y tiembla. Lena, agobiada, se gira hacia Steve y Ewan, que les observan sin saber tampoco muy bien qué hacer.

—¡Steve!

A la llamada de Lena, Steve corre hacia ellos y se agacha para ayudar a Joe a incorporarse. Cuando consiguen que levante la cabeza el chico ha dejado de temblar. Un hilo de baba espesa resbala de su barbilla, tiene los ojos inyectados en sangre y le tiemblan los labios.

Bien, puede que a ti no te sorprenda, como tampoco me sorprende a mí. Sí, está claro que algo le ocurre y por el momento no sabemos muy bien de qué se trata. Ahora ponte en la piel de Steve, Lena y Ewan. Ellos no están viviendo esta historia de la misma manera que lo hacemos nosotros. Para ellos no hay vuelta atrás a la casilla intermedia y seguimos desde ahí. Las cosas son lineales como siempre lo han sido y hace exactamente treinta segundos, para ellos tres, Joe se encontraba bien, había llegado hasta allí charlando como siempre, y desde luego, ni tenía los ojos inyectados en sangre ni parecía a punto de sufrir una embolia.

Así que ponte en su papel, imagina hasta qué punto de perplejidad e incomprensión pueden llegar a situarse.

—¿Joe? —pregunta Steve—. ¿Qué te ha pasado?

Joe intenta hablar pero le interrumpe un estallido de tos que le hace tener que inclinarse de nuevo a soltar un esputo de saliva al suelo. Al levantar la cabeza ve que Ewan está observando al falso James Franco. El muerto extiende las manos hacia él con la desesperación del hambriento. Ewan levanta la lanza por encima de su cabeza.

—¡No! —grita Joe—. ¡No lo hagas, Ewan!

El otro chico se gira para mirarle, sorprendido, y sin comprender. Joe intenta levantarse y le fallan las rodillas. Se tiene que apoyar en Lena y en Steve, que tampoco entienden muy bien lo que está pasando, por no decir que no lo entienden en absoluto.

—No lo hagas —repite.

—¿Por qué? Es un muerto, esto es lo que hacemos con ellos.

—Joe —interviene Steve en tono de preocupación—. ¿Estás bien?

—No, me encuentro como el culo —responde. Para entonces ya se siente capaz de volver a caminar por su propio pie, se deshace de los brazos de Steve y Lena y avanza hasta donde se encuentra Ewan—.



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