Dormitorio compartido by Elizabeth Oldfield

Dormitorio compartido by Elizabeth Oldfield

autor:Elizabeth Oldfield
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 1998-12-31T23:00:00+00:00


Capítulo 6

No era necesario haber trabajado mucho en la prensa para comprender que el punto de reunión en el que te citaba el entrevistado decía mucho sobre su carácter. Amanda Cousins, una presentadora de televisión, la había citado en un restaurante de Londres caro y elegante, un lugar al que los famosos acudían para ver y para ser vistos. Nada más entrar la reconoció. De pelo negro y con gafas oscuras, la esperaba sentada en un sofá de piel del vestíbulo.

—¡Qué puntual! —comentó Kristin después de presentarse.

—Estoy cansada de firmar autógrafos —rió Amanda—. Vaya a donde vaya, mis fans siempre me encuentran.

No era de extrañar, pensó Kristin, si se sentaba justo al entrar y se ponía gafas de sol negras en un interior. Aquellas gafas, sin embargo, servían también a otro propósito. Amanda dejaba que se le deslizaran por la nariz a intervalos de tiempo regulares con objeto de que todo el mundo apreciara sus ojos y sus negras pestañas. Era un truco bien ensayado que siempre debía de funcionarle, recapacitó Kristin. Cada vez que lo hacía se quedaba fascinada, pero también se exasperaba. Amanda Cousins había acudido antes de tiempo a la cita para darse un baño de multitud y escoger mesa. Nada más entrar en el comedor se dirigió hacia una sobre la que la luz incidía directamente. Era como decir «mírame». Y la gente, efectivamente, miraba. Le pedían autógrafos y la felicitaban por haber ganado el premio a la «Personalidad más popular de la televisión».

—Ese premio te ha debido de resultar muy estimulante —comentó Kristin.

—No tanto como el contrato para el programa al servicio del consumidor —contestó Amanda con un brillo de avaricia en los ojos—. Dos millones trescientas mil al año.

—Es mucho dinero.

—Y ganaré más, mucho más.

—Comenzaste tu carrera en la televisión local, ¿no es así?

—Sí, pero enseguida me contrataron para un programa matinal de ámbito nacional. No puedes ni imaginarte a qué hora tenía que llegar al estudio.

—Bueno, sí me lo imagino —contestó Kristin sonriendo—. Mañana iré a un programa matutino y nos van a mandar el coche a las…

—Sólo estaba bromeando —murmuró interrumpiéndola y comenzando a contarle los detalles de su carrera.

Amanda Cousins le explicó sus habilidades personales y otras banalidades que Kristin trató inútilmente de interrumpir. Mientras hablaba estuvo contemplándola. Era una mujer exquisita. Ni los hombres dejaban de mirarla, ni las mujeres podían ocultar su envidia. Sin embargo, tras aquel encanto que a todos parecía hipnotizar, Kristin sintió que había una persona fría y taimada. Nada más terminar de comer Amanda dijo:

—Supongo que me pagarás el transporte.

—No hay problema —contestó Kristin—. Si me dices cuánto has pagado por los taxis…

—Yo no utilizo taxis, viajo en limusina. Con cincuenta mil pesetas bastará.

Kristin la miró boquiabierta. Sabía que vivía en una colonia residencial en el centro de la ciudad.

—¿Cincuenta mil pesetas? —protesto.

—He alquilado un Daimler para todo el día, me lo ha proporcionado un amigo que tiene un garaje —sonrió Amanda—. ¿No lo has visto ahí fuera, aparcado?

—Sí, no he podido evitar verlo.

—Prefiero que me des el dinero en metálico —añadió Amanda.



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