Donde caiga la flecha by Emilia Landaluce & Rosa Belmonte

Donde caiga la flecha by Emilia Landaluce & Rosa Belmonte

autor:Emilia Landaluce & Rosa Belmonte [Landaluce, Emilia & Belmonte, Rosa]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2024-09-11T00:00:00+00:00


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Tener una amante, ser infiel, no es tan difícil como dicen las canciones y los poemas. Solo se trata de saber organizarse y de no cometer errores tontos. Como oler a la otra o equivocarse de nombre en el momento inoportuno. Si Socorro hubiera vivido en El Puerto, donde Luis residía con su mujer Lucía y sus hijos, este habría convencido a la periodista para que comprara el mismo gel y el mismo champú que utilizaba en casa y, por supuesto, también la misma loción de afeitado. Y eso que él hacía muchos años que había dejado de utilizar el perfume que llevaba de joven porque le empalagaba. La otra clave era no provocar a la otra para que no estuviera enfadada por su situación respecto a su mujer. Por eso, evitaba hablar con Lucía por teléfono delante de Socorro y trataba de ocultar que, si bien no llevaba una vida totalmente feliz, sí que podía decir que era muy cómoda y agradable. Lucía era más de lo que sus padres habían esperado de él y siempre sabía qué decir y de qué hablar con sus clientes. Y, además, sabía de cuentas y era más importante de lo que nadie podía imaginar en la organización de Milésima, la bodega que le había ayudado a sacar adelante. Era la madre de sus hijos y eso estaba por encima de casi cualquier cosa. Incluida Socorro, con quien tenía un enganche muy físico y se lo pasaba muy bien, pero, como él mismo se admitía, nunca sería más que una buena amiga porque simplemente no pegaban. Y, afortunadamente, al menos eso creía Luis, Socorro lo sabía porque nunca le preguntaba directamente cómo estaban las cosas en casa. Un lacónico «¿Qué tal todo?», que siempre tenía como respuesta «Bien», bastaba para finiquitar cualquier asunto que no tuviera que ver con ellos dos y con ese futuro que apenas duraba un par de horas o como mucho un día o dos. Socorro quería a Luis con toda su alma, pero no quería ser la responsable de destruir su familia ni de que él se viera obligado a cargar con ella donde no quería. Comprendía y hasta agradecía que el bodeguero no quisiera arrastrarla a compromisos en los que se hubiera sentido acomplejada. ¿Y cómo reaccionarían los padres de Luis si dejaba a «una niña ideal» como Lucía por la hija de la muchacha? A menudo, Socorro se castigaba imaginando lo que dirían de ella y de su madre si eso pasaba. Y lo que dirían las Lequerica…, aunque, seguramente, serían las más comprensivas con ella. Pero su madre, Antonia, no se lo perdonaría. En cualquier caso, eso no estaba en la cabeza de Socorro y mucho menos en la de Luis.

A Socorro tampoco le venía mal. Reservarse algún tiempo para Luis le costaba poco, pero ahora necesitaba centrarse en el periódico. Y ya se había dado cuenta de que Luis solo le dedicaría el tiempo que le sobrara, como le había demostrado el día que la dejó tirada para seguir de borrachera y a saber qué más.



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