Disparos En La Noche by Dashiell Hammett
autor:Dashiell Hammett [Hammett, Dashiell]
Format: epub
Tags: det_police
editor: www.papyrefb2.net
IV
Cuando Banbrock y su abogado se fueron juntos, me marché a la sala de reuniones de los agentes para dar vueltas al caso con Pat Reddy, el policÃa asignado.
Pat era el miembro más joven del departamento de investigadores, un irlandés rubio y grande que, a su manera indolente, se interesaba por la parte espectacular del trabajo.
Se habÃa estrenado como policÃa dos años antes, pateando las calles en los barrios con más cuestas. Una noche, multó a un coche que habÃa aparcado delante de una boca de riego de los bomberos. Salió la dueña justo entonces y se puso a discutir con él. Era Althea Wallach, hija única y malcriada del dueño de la Wallach Coffee Company: una jovenzuela flaca y temeraria con una mirada caliente. Debió de leerle las cuarenta a Pat. Ãl se la llevó a comisarÃa y la metió en una celda.
El viejo Wallach, según cuentan, apareció a la mañana siguiente echando humo por la cabeza y acompañado por la mitad de todos los abogados de San Francisco. Pero Pat se empeñó en mantener la acusación y la chica se llevó una multa. Después de eso, el viejo Wallach hizo de todo menos pegarle un puñetazo a Pat en el pasillo. Pat dedicó al importador de café su sonrisa soñolienta y, con su tono indolente, le dijo:
âSerá mejor que me deje en paz... O dejaré de consumir su café.
La puya salió en todos los periódicos del paÃs y hasta se usó en un espectáculo de Broadway.
Sin embargo, Pat no se conformó con la respuesta ingeniosa. Tres dÃas después, él y Althea Wallach se fueron a Alameda y se casaron. Esa parte la presencié. Dio la casualidad de que iba en el mismo ferry que tomaron y me arrastraron con ellos para que lo viera.
El viejo Wallach desheredó de inmediato a su hija, pero no pareció que nadie más se preocupara. Pat siguió pateando las calles, pero ya se habÃa vuelto más visible y tardó poco en hacer notar sus virtudes. Lo ascendieron al departamento de investigadores. El viejo Wallach se ablandó antes de morir y dejó sus millones a Althea.
Pat se tomó la tarde libre para acudir al funeral y por la noche volvió al trabajo y atrapó a pistoleros como para llenar una camioneta. Siguió trabajando. No sé qué hacÃa su esposa con el dinero, pero Pat ni siquiera cambió de marca de puros... Aunque tendrÃa que haberlo hecho. Ahora vivÃa en la mansión Wallach, cierto, y de vez en cuando, alguna mañana lluviosa, lo llevaban al trabajo en una berlina Hispano-Suiza; pero no se percibÃa ninguna diferencia más.
Ese era el irlandés grande y rubio que tenÃa sentado frente a mÃ, al otro lado de una mesa en la sala de reuniones, y que me fumigaba con algo que por su forma podÃa parecer un puro.
Al poco se sacó de la boca aquello que parecÃa un puro y habló entre la humareda.
âEsa tal Correll, la que tú crees que tiene alguna relación con las Banbrock.
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