Discursos Políticos I by Demóstenes

Discursos Políticos I by Demóstenes

autor:Demóstenes [Demóstenes]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 0341-01-01T00:00:00+00:00


XVI

EN DEFENSA DE LOS MEGALOPOLITAS

Después de la batalla de Leuctra (371 a. C.), por consejo de Epaminondas, varias comunidades rurales arcadlas se concentraron (sinecismo), dando lugar, de este modo, a una nueva ciudad, centro político de Arcadia: Megalópolis. Hasta entonces, a Esparta le había sido relativamente fácil tener bajo su control a esas comunidades dispersas y dóciles. Pero ahora Esparta había de hacer frente no sólo a los mesemos, vecinos independientes e incómodos, sino también al nuevo centro hostil a su política de hegemonía en el Peloponeso. Los mesenios contaban con un tratado defensivo suscrito por los atenienses, en virtud del cual éstos se comprometían a socorrer a Mesenia en el caso de que fuese atacada por Esparta.

Pero, a partir del año 353 a. C., el poder de Tebas entra en claro declive. A raíz de los éxitos de Onomarco, Tebas no sólo perdía su hegemonía sobre la Hélade, sino, incluso, su preponderancia en la mismísima Beocia. Fue entonces cuando Esparta se decidió a dispersar a los colonos de Megalópolis, para reducir a Arcadia y convertirla en el país de cómodo dominio que antes era. El fin de la grandeza efímera de Tebas sugería a los lacedemonios, ambiciosos y renovadores proyectos que podrían ser beneficiosos para muchas ciudades griegas: Elide recobraría Trifilia, que formaba parte de la confederación arcadia; Fliunte, Tricárano, fortaleza ocupada por los argivos; Atenas, Oropo, y ciudades beocias, como Orcómeno, Platea y Tespias, que habían sido destruidas por Tebas, serían reconstruidas.

Todos esos bellos planes los exponían en Atenas los embajadores de Esparta. Pero, por otro lado, representantes del pueblo de Megalópolis trataban, a su vez, de ganar el apoyo ateniense a su causa. Surgen, así, dos partidos entre los políticos atenienses: el de los filoespartanos y el de los defensores de la nueva ciudad. Los primeros defendían la política continuista de perseverar en la alianza con Esparta como el único medio de no incurrir en flagrante contradicción con la política de los años inmediatamente precedentes, lo que equivaldría al descrédito de Atenas en el panorama general de Grecia. Los segundos, por el contrario, se mostraban partidarios de cambiar de aliados como procedimiento eficaz para contener la posible amenaza de la hegemonía espartana.

Pues bien, Demóstenes objeta a uno y otro partido su poco patriótico apasionamiento al defender causas ajenas al interés ateniense estricto. En efecto, a Atenas le interesaba que el poder de Tebas decreciese, pero que ello no implicase el incremento del poder espartano. Y entonces, la solución del conflicto radicaba, según él, en una postura que permitiese aunar el interés puro y simple con la decencia de la actuación política de Atenas, ciudad que, desde antiguo, estuvo al lado de los oprimidos haciendo frente a los opresores y defendió a los débiles contra los fuertes. El equilibrio de las ciudades griegas y el prestigio político de Atenas —ésta es la tesis de Demóstenes— serían objetivos alcanzables actuando en defensa de los megalopolitas.

Este discurso fue pronunciado en el 353 a. C. Un año más tarde (352 a. C.



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