Diarios by Lord Byron

Diarios by Lord Byron

autor:Lord Byron [Byron, Lord]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 1824-01-01T00:00:00+00:00


26 de enero

Hace buen día: algunos cirros auguran cambios, pero el cielo está completamente despejado. Cabalgué, pegué unos tiros, buena puntería. A la vuelta me topé con un anciano. Caridad: compré un chelín de salvación. Si la salvación pudiera comprarse, he dado más a mis semejantes en esta vida –a veces por vicio, pero, si no más a menudo, al menos más considerablemente, por virtud– de lo que ahora poseo. Jamás en mi vida he dado más a una querida de lo que en ocasiones he dado a un pobre que estuviese verdaderamente necesitado, pero y qué: todos esos perros que no han dejado de perseguirme (con la ayuda de ***, que ha rematado sus esfuerzos) triunfarán, y cuando se me haga justicia será cuando esta mano que escribe esté tan fría como los corazones que se han ensañado conmigo.

De regreso, en el puente que hay cerca del molino, vi a una anciana. Le pregunté su edad. Dijo: «Tre croci». Le pregunté a mi mozo de cuadra (a pesar de mi decente italiano) qué diablos querían decir sus tres cruces. Me dijo: «Noventa años», ¡y que en realidad tenía cinco años más! Repetí lo mismo tres veces para no equivocarme: ¡noventa y cinco años! Y aún se mostraba muy capaz: oyó mi pregunta, pues respondió a ella; me vio, pues se acercó a mí; y de ningún modo tenía aspecto decrépito, a pesar del evidente deterioro de los años. Le pedí que viniese mañana para poder examinarla bien. Adoro los prodigios. Si tiene noventa y cinco años, habrá de recordar al cardenal Alberoni, que estuvo aquí como legado.

Al desmontar, encontré al teniente E.[95] recién llegado de Faenza. Le he invitado a cenar mañana conmigo. No le he invitado a cenar hoy porque había un rodaballo no muy grande (los viernes, ayunar a menudo y religiosamente) que quería comerme yo solo. Me lo comí.

Salí, encontré a Teresa como siempre, música. Los caballeros esos que promueven revoluciones y se largan de caza no han regresado todavía. No regresarán hasta el domingo; es decir, han salido cinco días a hacer el payaso mientras los intereses de todo un país están en juego, e incluso ellos mismos comprometidos.

Es difícil hacer lo que toca entre semejante chusma de asesinos y cafres, pero cuando la bazofia sea rebañada o haya hervido hasta rebosar quizá venga algo bueno. Ojalá este país pudiera obtener la libertad: ¿hay algo que sea demasiado grande a cambio de lograr tal deseo: acabar con este lamento de los siglos? Tengamos esperanza. Ellos la han tenido durante mil años. El mismo giro de la fortuna habrá de traerla, está en los dados.

Si entre los napolitanos hay un solo Massaniello[96], vencerán a esos malditos carniceros de la corona y el sable. Holanda, en peores circunstancias, venció a los españoles y a los Felipes, América venció a los ingleses, Grecia venció a Jerjes y Francia venció a Europa hasta que se le ocurrió aceptar un tirano, Sudamérica saca a golpes a los viejos buitres de



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