Diario de un ministro by José Bono

Diario de un ministro by José Bono

autor:José Bono [Bono, José]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2014-12-31T16:00:00+00:00


Miércoles, 16 de marzo de 2005, a viernes, 18

«Si el Gobierno de España se hiciera más presente en Cataluña, los independentistas no pasaban de ser una minoría inferior al 10 por ciento»

Llama la vicepresidenta Fernández de la Vega:

—Hay dificultades muy serias para la Ley de Defensa procedentes del Ministerio del Interior. Quizá debas paralizarla.

—Haced lo que os parezca con la ley —le contesto—, pero no estoy dispuesto a tener que esforzarme más para convencer a los ministros que para conseguir el voto de ERC.

Viaje a Barcelona y entrevista con Pasqual Maragall, que me cuenta con bastante detalle su acusación a CiU sobre las comisiones del 3 por ciento:[59] «El mismo día en que hablé del 3 por ciento, El Periódico de Cataluña manifestaba en un editorial[60] que todo el mundo sabía en Cataluña que las comisiones que CiU exigía podían ser la causa de las carencias del túnel del Carmel.[61] Yo lo leí en el coche mientras iba al Parlamento y, al llegar, lo dije, pero luego rectifiqué de aquella manera. Zapatero y Barroso me aconsejaron que pidiera excusas si no tenía datos concretos, y lo hice a regañadientes, a pesar de que mi hermano me decía que no pidiera excusas, porque el abogado le había aconsejado que no lo hiciera de ningún modo. Carod-Rovira —sigue Maragall— me pide la cabeza del Consejero de Política Territorial y Obras Públicas, Joaquim Nadal, por el túnel del Carmel, y alega que cuando él se equivocó le hicieron dimitir, y ahora debería dimitir Nadal. Lleva razón Carod-Rovira». Me pide Pasqual que elimine del acuerdo sobre el castillo de Montjuïc la obligación de que ondee la bandera española, y le contesto que no puedo y, además, él ya me había dado su conformidad expresa el 21 de diciembre pasado. Cuando se lo recuerdo con detalles que él había olvidado, revalidamos de buen grado lo acordado.

Mi estancia en Barcelona me impide asistir al homenaje que esta noche se tributa a Santiago Carrillo en Madrid, con motivo de su 90.º cumpleaños. Le hago llegar un pequeño obsequio con un tarjetón: «En testimonio de afecto y reconocimiento, te entrego este soldado de plomo, que es portador de la bandera de España, la que tú supiste colocar a tu lado, en un momento difícil para nuestro país, como símbolo integrador de los españoles».

El jueves, en el viaje de Barcelona a Vic, me informan de que un grupo de independentistas ha tirado huevos a la avanzadilla del Ministerio de Defensa en esa ciudad. Ruego a los presentes —la mayoría militares— que sorteen con habilidad los impactos de los huevos en sus uniformes, para evitar la noticia que buscan los revoltosos y, a la vez, llamo a Maragall para advertirle de que, si los mossos d’esquadra no actúan inmediatamente, llamaré a la Guardia Civil. Se trata de unos cincuenta sujetos que quieren deslucir el acto conmemorativo del primer viaje entre Vic y Ripoll de la locomotora Vaporosa del Regimiento de Ferrocarriles n.º 13, que es la única de carbón que sigue operativa en España.



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