Detective que oye boleros by Pancho Madrigal

Detective que oye boleros by Pancho Madrigal

autor:Pancho Madrigal
La lengua: spa
Format: epub
editor: Arlequín
publicado: 2017-12-04T00:00:00+00:00


Espinazo con verdolagas

Algo inesperado vino a sacarme del aturdimiento en que, por varios días, me había tenido la preocupación por mi compromiso con los Misteriosos.

Ese día estaba yo oculto detrás de un árbol, escuchando muy concentrado a José Antonio Méndez, que decía: Dios dice que la gloria está en el cielo; que es de los mortales el consuelo al morir…, y asomando con mucho cuidado la cabeza para vigilar una puerta de donde esperaba ver salir a un sujeto al que le andaba siguiendo los pasos, cuando un fuerte sonido, como de un disparo, tronó debajo de mí y me obligó a dar un gran salto. Cuando pude comprobar que no estaba herido, que nadie me había disparado a quemarropa, volteé a ver qué había sucedido. Me encontré con una especie de simio, doblado, apretándose el estómago y haciendo ruidos extraños con la garganta, hasta que por fin pudo soltar la carcajada. Era el cholo, Roberto, el Mandril, que había arrojado un petardo por debajo mi gabardina para pegarme un susto.

Quise insultarlo, pero no me salió la voz. Estaba tan indignado que solo abrí la boca y tartajeé algunas sílabas sin sentido. El Mandril, sin dejar de reír, me dijo:

—Tranquilo, jefe, tranquilo. Ya cálmese, fue una bromita.

Logré gritarle:

—¡No me hizo ninguna gracia! Yo no le he dado confianza para…

—Bájele, chif, ya relájese, no se esponje ni la haga de jamón. Y ¿qué pech? ¿Por qué está aquí, haciéndole al ensarapado? No me diga que le anda cayendo a alguna morra, porque allí no hay ninguna. Ahí vive pura viernes, pura ruca, yo las conozco. O a la mejor doña Doro tenía razón, y anda usté queriendo enseñarle a la gente sus cositas, buscándole pa que le vuelvan a partir su mandarina en gajos.

—¡No, señor! No ando de conquista ni hago esas cosas que usted dice. Estoy trabajando —contesté.

—¿Camellando aquí? ¡Chaaale…! ¿Pos qué no era usté detetive desos?

—Así es, soy detective. Estoy realizando una importante investigación.

—¿Neta? ¡Órale…! ¿Y como qué onda?

Me armé de paciencia y me puse a comentarle a detalle la labor que estaba desempeñando para la mueblería. Más por distraerme que por darle explicaciones. Cuando, después de responderle varias preguntas, acabó por entender, me dijo:

—Ah, ¿pos sabes qué, chif?, yo te puedo alivianar con esa chamba, me cai.

—¿Tú? ¿Ayudarme? ¿Y cómo me puedes ayudar tú?

—Porque yo conozco a toda la raza de por aquí. He vivido aquí en Santa Tere el resto de años, desde morrillo, y sé quiénes viven por aquí, y quiénes se han cambiado, y a dónde.

—¿De veras? ¿Me ayudarías?

—Simón, hijo. Pero solo si te mochas con alguna feriecilla pa miguelín por cada chango que te arrime, ¿va?

—¡Va! —le dije, aunque no estaba muy convencido de creerle.

Él levantó la mano y me puso la palma frente a los ojos. Yo de pronto no entendí lo que él pretendía, hasta que dijo:

—¡Ora, pues, parna…! Gifmi fai, ¿no?

Tuve que chocar mi palma con la suya, lo que me hizo sentir bastante estúpido.



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