Después del liberalismo by Immanuel Wallerstein

Después del liberalismo by Immanuel Wallerstein

autor:Immanuel Wallerstein [Wallerstein, Immanuel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1994-12-31T16:00:00+00:00


8. LAS INSUPERABLES CONTRADICCIONES DEL LIBERALISMO: LOS DERECHOS HUMANOS Y LOS DERECHOS DE LOS PUEBLOS EN LA GEOCULTURA DEL SISTEMA MUNDIAL MODERNO

La Asamblea Nacional francesa adoptó el 26 de agosto de 1789 la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano[43], que ha permanecido desde entonces como la afirmación simbólica de lo que hoy llamamos derechos humanos. En realidad fue reafirmada y actualizada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada con pocas abstenciones y ningún voto en contra por las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948[44]. Sin embargo nunca ha habido paralelamente una expresión emblemática de los derechos de los “pueblos”, por lo menos hasta que el 14 de diciembre de 1960 las Naciones Unidas adoptaron la Declaración de la Concesión de Independencia a los Países y Pueblos Coloniales[45].

El preámbulo a la declaración de 1789 presenta como consideración inicial “que la ignorancia, el descuido y el desprecio por los derechos humanos son las únicas causas de la desgracia pública y la corrupción de los gobiernos…”. Empezamos pues con el problema de la ignorancia, como corresponde a un documento de la Ilustración, y la implicación inmediata es que una vez superada la ignorancia ya no habrá desgracia pública.

¿Por qué la Revolución francesa no produjo un documento similar sobre los derechos de los pueblos? En realidad el abate Grégoire propuso en 1793 a la Convención que tratara de codificar las leyes relativas a “los derechos y deberes recíprocos de las naciones, el derecho de los pueblos (gens)”. Pero Merlin de Douai sostuvo que “esa propuesta no debe ser dirigida a la Convención del pueblo francés sino a un congreso general de los pueblos de Europa”[46] y la propuesta fue abandonada.

La observación era pertinente, pero por supuesto en aquella época no existía ningún congreso general. Y cuando eventualmente llegó a existir (más o menos) en la forma primero de la Liga de las Naciones y después de las Naciones Unidas, esa declaración no surgió de inmediato. En 1945 las potencias coloniales, victoriosas en la lucha por su propia libertad, todavía no admitían la ilegalidad del colonialismo. Fue sólo en la declaración de 1960, después de que gran parte del mundo colonial ya había conquistado su independencia, cuando la ONU reafirmó su “fe en los derechos humanos fundamentales, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de todos los hombres y las mujeres y de las naciones grandes y pequeñas”, y por lo tanto “proclama [proclamó] solemnemente la necesidad de poner fin en forma rápida e incondicional al colonialismo en todas sus formas y manifestaciones”.

No quiero discutir si los derechos humanos o los derechos de los pueblos se inscriben o no en el derecho natural, ni tampoco examinar la historia de esas ideas como construcciones intelectuales. Más bien quiero analizar su papel como elementos clave de la ideología liberal, en la medida en que ésta llegó a ser, en los siglos XIX y XX, la geocultura del sistema mundial moderno. Además quiero



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