Desde otro punto de vista by AA. VV

Desde otro punto de vista by AA. VV

autor:AA. VV. [AA. VV.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Fantástico, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 2018-08-08T04:00:00+00:00


ECLIPSE

Madeleine Roux

Breha Organa miró el rayo de sol inclinado detrás del hombro de Visaiya. La luz en la galería, arriba del gran vestíbulo del palacio, se tornó dorada y luego anaranjada, señalando el final de la tarde. Otro día sin su esposo y su hija llegaba a su final, pero había pasado tan lentamente como toda una vida.

Pausada y metódicamente, Visaiya le recordaba a la reina su calendario para el resto del día. Con cada palabra, cada «luego» seguido de otra tarea, otra reunión, otro deber, Breha se iba sintiendo cada vez más cansada. Una rígida arruga se formó entre sus ojos mientras miraba ese solitario rayo de sol. Se había colado por uno de los altos ventanales sobre ellas: una sola salpicadura de oro entre el esplendor azul plateado del palacio. De niña, el salón le recordaba el interior de una concha marina, liso y lustroso, siempre ligeramente frío, aun en pleno verano.

—Luego, se espera que fundes una escuela para nerfs necesitados que quieren perseguir sus sueños y volverse bailarines…

Breha apartó su mirada de golpe del rayo de sol, mirando con perplejidad a la mujer de mediana edad que estaba junto a ella. Como consejera, Visaiya era tan importante para ella que Breha a menudo bromeaba que perderla sería como si le cortaran una mano. Hasta pidió que hicieran anillos coincidentes para ambas, simples banditas plateadas que llevaban en el índice derecho.

—Tal vez estoy un poco distraída —admitió Breha, pasando una mano tranquilizadora sobre su propio rostro—. Cancela mis citas para el resto del día, por favor; mi mente está en otro lado.

Visaiya asintió, consultando su datapad con renovada determinación.

—Por supuesto. Es fácil. —Luego hizo una pausa, y Breha hubiera perdido interés de nuevo y dejado que su mente vagara, pero algo en el rostro de la mujer la puso en alerta. Visaiya nunca mostraba preocupación, siempre mantenía una máscara de relajada confianza, pero ahora sus cejas oscuras estaban contraídas, arrugadas, y golpeaba levemente el suelo con el pie debajo de su túnica, creando ondas en la seda.

—Aún no tenemos noticias —le dijo Breha, estirando la mano para tocar la muñeca de la mujer. Tal vez era un gesto demasiado informal, pero estos eran tiempos inusuales—. El Capitán Anderam me ha pedido que ya no lo contacte al puerto espacial. Jura que seré la primera en saber cuando su nave aterrice.

Visaiya no mostró alivio alguno.

—Podría ir y seguir vigilando. No hay problema.

Breha sonrió con gentileza.

—El Capitán Anderam insistió. No debemos molestarlo hoy otra vez.

—Ah, pero solo pidió que tú dejaras de pedírselo. A mí no se me hizo esa advertencia.

Por eso Visaiya era su mano derecha. Breha no estaba por encima de admitir que sin ayuda ella no hubiera capoteado el reciente temporal: la disolución del Senado había sido un fuerte golpe, convertía cada noticia que llegaba en una posible calamidad. El Imperio estaba ahora más allá de hacer política; estaba desesperado por aplastar a la Rebelión, y los animales desesperados eran siempre los más peligrosos. Breha apretó los labios brevemente y luego asintió una vez.



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