Descenso a las profundidades de la tierra by Paul Kidd

Descenso a las profundidades de la tierra by Paul Kidd

autor:Paul Kidd [Kidd, Paul]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2000-06-01T00:00:00+00:00


—¡SCALLA!

El ruido la sacó de la cama, con los ojos muy abiertos y las manos agitándose para agarrar los libros de conjuros, plumas y pergaminos en un intento de que pareciese que estaba trabajando. Parpadeó medio dormida, para ver a Jus inclinado sobre la hoguera apagada agarrando algo en sus manos. Se volvió invisible al instante.

—¡No he sido yo! ¡Ha sido Polk!

Polk se despertó en una loca confusión de mantas.

—¡Es mentira! ¡Mentira!

—Claro que es mentira. —Jus se dio la vuelta, sorprendentemente capaz de penetrar la invisibilidad del hada—. ¡Te dormiste estando de guardia!

—¡No es culpa mía! ¡Estaba trabajando, y todo el mundo sabe que me duermo cuando lo hago! —Ahora cerca del techo, Escalla se refugió tras una estalactita—. Mira, todos estamos vivos, ¿cuál es el problema?

Más de cien kilos de furia mal afeitada daban vueltas de un lado a otro como un oso de las cavernas cabreado bajo su escondite.

—¡Este es el problema! —Jus agitó la empuñadura en forma de cráneo de su espada—. ¡Mi espada! Algo se ha comido toda su hoja.

La hoja negra no era más que un muñón corroído de medio dedo de longitud. Escalla parpadeó visible de nuevo, con la esperanza de que unas palabras tranquilizadoras y una sonrisa nerviosa fueran mejores que limitarse a las palabras tranquilizadoras.

—No fue culpa mía.

—¿Entonces de quién fue? —El grito de Jus debía haberse oído hasta a mitad de camino de la ciudadela drow—. ¡Estabas al cargo!

—Bueno, Cenizas también estaba aquí.

—Cenizas aún está zumbando de placer por un conjuro de reparación que algún idiota le ha echado. ¡Tendremos suerte si se despierta antes de la hora de comer!

Crecido por el enfado, el Justicar daba vueltas y más vueltas, con la mirada furiosa siempre fija sobre Escalla.

—Esa espada me había acompañado en cien combates. No había hoja que la detuviese, era lo único que tenía para mantenernos vivos el tiempo suficiente para borrar esas acusaciones de asesinato.

El soldado Henry echo un vistazo desde detrás de una estalagmita:

—¿Asesinato?

—¡Es una mentira podrida! —Escalla gritó al chico, antes de soltar un gañido cuando la mano de Jus la rodeó y estiró de ella hasta mirarla cara a cara—. De acuerdo, cometí un pequeño error de juicio. ¡Estaba cansada, tío! Esos drow me han dejado hecha polvo. —La fata juntó las manos—. Lo siento muchísimo, ¡de verdad, de verdad, de verdad! ¡Lo siento mucho, mucho, mucho, de verdad! ¿Por qué no te calmas?

Él la soltó y se sentó, echando humo enfadado y blasfemando hacia la oscuridad. Polk se aclaró la garganta para hablar, pero Escalla le hizo callar por señas antes de que empeorase aún más la situación.

—Jus, podemos conseguirte otra espada.

—¡Estamos en las profundidades de la tierra a cien kilómetros de cualquier lugar! —Hervía de furia, la rala barba erizada como un puercoespín—. ¿Adónde planeas ir mañana de compras?

—¡Oye, tenemos espadas! Lo ves, ¡montones de espadas! —En un desesperado intento por calmar su enfado, Escalla esparció ante él por todo el suelo las espadas cortas capturadas a los drow—. ¿Ves? Todas estas.

Las armas drow medían apenas medio metro de longitud.



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