Demasiado amor by Sara Sefchovich

autor:Sara Sefchovich [Sefchovich, Sara]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1990-12-14T16:00:00+00:00

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Me llevaste por tianguis y mercados a que viera y oliera y me mareara de colores. Me acuerdo del de Oaxaca donde las mujeres indias baten una bebida con la mano metida hasta el codo. Me acuerdo del de San Cristóbal que ocupaba muchas cuadras alrededor de un edificio y en el que se confunden las lenguas de los indios. Me acuerdo del de Juchitán en el que mujeres gordas y saludables venden aretes y collares de oro, del vivísimo de Tehuantepec, el blanco de Ixmiquilpan, el de Huejutla lleno de flores, el de Taxco que parece laberinto, los de Michoacán llenos de artesanías, el de Yucatán que vendía cera negra de abejas silvestres, el del Parián en Puebla demasiado ordenado, el de Guanajuato que vende alfeñiques y muñecos de plomo y el de Torreón todo hecho de metal.

Me acuerdo del día de mercado en Zacualpan con las telas blancas que cubrían los puestos ondeando al sol, del día de mercado en Ocoyoacac, del día de tianguis en Yecapixtla y de los tianguis en la sierra de Puebla.

Me acuerdo de los puestos rebosantes, de los gritos de los marchantes, de las gentes que se movían, pregonaban, regateaban, preguntaban, pagaban. Flores, frutas, verduras, carnes y pescados; huevos y quesos; escobas, cepillos, escobetillas y fibras; canastas, cestas y bolsas para el mandado de muchos tamaños; jaulas para pájaros y vestidos de percal; chiles de muchos nombres, de muchos largos y de muchos picores que cambian de color del verde al rojo; frijoles negros, blancos, pintos y bayos; garbanzos, habas y cacahuates; semillas de calabaza que son muy nutritivas, de amaranto que alegran la vida, de achiote, ajonjolí y linaza; pimientas negra, blanca y verde, entera y quebrada; clavo, azafrán, canela y vainilla en rama o en polvo; chocolate, pinole y piloncillo; tomates y jitomates que son las manzanas del amor, manzana de oro, manzana del paraíso, fruto con ombligo; aguacates que son mantequilla de árbol y algas espirulinas que son excremento de piedra; poros y apios que le dan sabor al caldo; cebollas y ajos que curan la tos; muebles de metal y de plástico; cubetas, jarros y ollas de peltre, de hule, de barro y aluminio; comida para pájaros, arroz y pasta para sopa al granel; jabón y lejía que sirve para lavar y para curar llagas; piedras de cal para el nixtamal; pollos desplumados que cuelgan de un gancho y pescados que duermen sobre el hielo; camotes en miel y calabazas en tacha; moles en pasta; charamuscas, pepitorias, ates y palanquetas, molcajetes, metates y comales; machetes y cuchillos, palas, molinillos y coladeras, hilos y listones gruesos y delgados, de tafeta y de algodón.

Recuerdo las tienditas en las orillas de los mercados, vendiendo pan Bimbo, servilletas Lys, aceite Uno-Dos-Tres, Choco Milk, cubitos de consomé Rosa Blanca y bolsas de Fab. Recuerdo las farmacias en las orillas de los mercados vendiendo Perlas Canín, aceite de hígado de bacalao, jabón del Tío Nacho, jarabe Breacol para la tos, levadura de cerveza y Emulsión de Scott.

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