Debo dejarte by Corín Tellado

Debo dejarte by Corín Tellado

autor:Corín Tellado [Tellado, Corín]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1975-12-31T16:00:00+00:00


VI

—Vendrá —decía Arthur con intensidad—. Te digo que sí. De lo contrario no te habría dejado hablar y te habría dicho que no en el acto.

—No te hagas demasiadas ilusiones.

—¿Qué te ha parecido?

—Más hermosa que nunca y más hermética.

—¿Sin sensibilidad?

—No lo sé, Arthur.

Aquel se impacientó.

—¿Entonces en qué te has fijado?

—En los ojos de la tía.

—¿Sí? ¿Qué tenían sus ojos?

—No paraban. Tan pronto me miraba a mí como a ella. Pero ella como esto —y pisó el suelo con fuerza—. Ni inmutarse. No obstante yo diría que la impresioné.

—Por lo pronto no te dijo que no.

—No. Volveré mañana a la misma hora.

—Tanto…

—¿Tanto qué?

—Horas de espera.

—Pues si quieres verla antes, ve por el sendero. Hazte el loco, llega a su casa. Tal vez no la veas a ella, pero verás a la tía.

—¿Y qué mierda me importa a mí la tía?

—No seas bestia. Cathy la quiere como si fuera su madre.

—Ni la propia madre de Cathy me importaría. Pero ella, sí. Ella… más que mi propia vida.

—Pues aguarda y ten calma. No te precipites. Esta noche sabré qué decide.

—Necesitan dinero. ¿Le has ofrecido?

—Sí, sí, sí, pesado del demonio —le apuntó con el dedo enhiesto—. Te lo advertí hace cinco años. ¿Por qué no le has dicho la verdad? Por otra parte, eres tan constante hasta el extremo de continuar amándola después de cinco años.

—Yo soy así.

—¡Humm!

Mauro tenía prisa y después de aquella corta conversación, Arthur le acompañó hasta la misma puerta.

—Arthur, me pregunto qué cosa vas a hacer para parecer enfermo tú que estás fuerte como un toro.

—Nada tiene que ver la parte física con la psíquica.

Mauro rio.

—No me digas que eso lo aprendiste en el Canadá.

—Vete a paseo.

—Mañana volveré con la respuesta.

No tuvo paciencia.

Necesitaba verla.

Aunque fuera de lejos, y aquella misma tarde se fue de paseo, a pie por el sendero que partía en la bifurcación.

Si ella dejaba el «bus» en la carretera a una hora determinada, tendría que encontrarla sin remedio.

Iba abstraído, como un poco ido, o confuso.

Realmente había logrado de la vida cuanto decidió lograr y solo le faltaba el amor de aquella muchacha.

Por otra parte, conociendo los apuros económicos que sufría, lógico era que él le ayudase. ¿De qué manera? No sabía buscar otra por más que luchaba con su propia mente.

Se adentró en el sendero. Llegó a la bifurcación.

Vestía un pantalón color beige y una camisa sport de manga corta de color marrón. Sin corbata, sin más atuendo, daba una sensación algo así como de desmadejamiento.

El cabello negro algo alborotado, los ojos vivos algo perdidos bajo el peso de los párpados. No es que en aquel momento estuviese haciendo el papel de enfermo psíquico, sino que se sentía como ido, como perdido en sí mismo, en sus doblegados anhelos, en sus recuerdos idos y vueltos…

Se metía el sol cuando el «bus» detenido en la esquina del sendero, en plena carretera. La vio descender.

Fijó la mirada.

La intensificó con ansiedad.

Era como si él tiempo no hubiese transcurrido.

Como si todo empezara y terminara en aquel instante.

Tanto lo pensó así que se dijo mentalmente:

«Eres un sentimental, Arthur.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.