Danzante del Filo by Brandon Sanderson

Danzante del Filo by Brandon Sanderson

autor:Brandon Sanderson [Sanderson, Brandon]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2016-11-22T05:00:00+00:00


9

Intenta no tener una muerte demasiado violenta, ama —pidió Wyndle mientras Lift se acercaba sigilosa a los sonidos de personas hablando—. Mejor un buen trompazo en el cogote que un destripamiento.

Esa voz pertenecía sin duda a Oscuridad. Oírla daba escalofríos a Lift. Cuando se había enfrentado a él en el palacio de Azir, la voz del hombre no había revelado la menor emoción, ni siquiera cuando casi se disculpaba por lo que estaba a punto de hacer.

—He oído que la asfixia no está mal —siguió diciendo Wyndle—, pero si se da el caso, no me mires mientras expiras. No sé si podría soportarlo.

«Acuérdate de la chica del mercado. Tranquilízate».

Tormentas, cómo le temblaban las manos.

—No estoy nada seguro de cómo sería que cayeras desde las alturas —añadió Wyndle—. Supongo que lo pondrías todo perdido, pero por lo menos no habría apuñalamientos.

El pasillo daba a una amplia sala iluminada por diamantes que emitían un brillo claro y sosegado. No eran lascas, ni siquiera esferas, sino gemas grandes y sin engarzar. Lift se agachó ante la puerta entreabierta, oculta en las sombras.

Oscuridad, que llevaba una camisa blanca y lisa, caminaba adelante y atrás frente a dos subordinados con uniformes blancos y negros y espadas al cinto. Uno era un hombre makabaki con cara redonda de bobalicón. La otra, una mujer con la piel un poco más clara. Quizá fuese reshi, sobre todo por el cabello largo y oscuro que llevaba recogido en una trenza tirante. Tenía el rostro cuadrado, los hombros fuertes y una nariz demasiado pequeña, como si hubiera vendido la suya para comprarse unos zapatos nuevos y estuviera usando otra encontrada en la basura.

—Vuestras excusas no son dignas de quienes pretenden alistarse en nuestra orden —estaba diciendo Oscuridad—. Si queréis ganaros la confianza de vuestros spren y pasar de iniciados a portadores de esquirlada, debéis poner más empeño. Debéis demostrar vuestra valía. Hoy mismo he seguido una pista que se os ha escapado a los dos, y he descubierto que hay una segunda infractora en la ciudad.

—Señor —dijo la mujer reshi—, yo he impedido un atraco en un callejón. Unos matones estaban acosando a un hombre.

—Aunque lo apruebe —replicó Oscuridad, sin dejar de pasearse con pisadas tranquilas y regulares—, debemos llevar cuidado de no distraernos con delitos menores. Comprendo que puede ser difícil seguir centrados ante una ruptura en los códigos que conforman la sociedad. Pero recordad que los asuntos mayores, y los crímenes mayores, deben ser nuestra principal prioridad.

—Los potenciadores.

Potenciadores. Las personas como Lift, la gente maravillosa que podía lograr lo imposible. No había tenido miedo cuando se infiltró en un palacio, pero acurrucada contra aquella puerta, mirando al hombre al que había apodado Oscuridad, se notó atemorizada.

—Pero… ¿de verdad son…? —dijo el iniciado varón—. Quiero decir, ¿no deberíamos querer que regresaran, para no ser nosotros la única orden de Caballeros Radiantes?

—Por desgracia, no —respondió Oscuridad—. Yo antes pensaba como tú, pero Ishar me hizo ver clara la verdad. Si regresan los vínculos entre hombres y spren, el hombre acabará descubriendo sin mediación el poder superior de los juramentos.



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