Cuervos y palomas by Jorge Quintana Ortí

Cuervos y palomas by Jorge Quintana Ortí

autor:Jorge Quintana Ortí [Quintana Ortí, Jorge]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2015-12-14T16:00:00+00:00


Capítulo 35

Marco Klein, Magda Ramírez y Laureano Ríos salieron a pasear sin un destino fijo. La idea era desentumecer las cabezas y las piernas. Hacía un día fantástico. En la calle no había muchos transeúntes, pero todos con los que se cruzaban saludaban afablemente al doctor, quien no dudaba a la hora de devolverles el saludo llamándoles por sus respectivos nombres de pila. Laureano demostró que tenía el censo municipal perfectamente aprendido de memoria. En realidad, parecía un alcalde en semana de elecciones municipales.

—Es curioso. Para la prensa extranjera usted es un Satanás que ha puesto en riesgo la salud de decenas de deportistas durante años y años y que merecería pasar toda su vida en la cárcel. Lo más suave que dicen de usted es que hablamos de un hombre comparable a los médicos nazis que trabajaban en los campos de concentración. La prensa española y los políticos de nuestro país tienen una visión muy diferente, pero tampoco es positiva. Ellos se preocupan porque usted ha dañado nuestra imagen en el exterior y porque, por su culpa, nos podemos quedar sin los Juegos Olímpicos —comentó la subinspectora.

—Gracias —dijo Laureano sonriendo.

—No me interrumpa, por favor. En cambio, para toda esta gente de Porreres con la que nos hemos cruzado y que nos está saludando usted es…

—Un afable médico que trabaja en el ambulatorio de su pueblo, que no ha puesto consulta vespertina en su casa para ganar dinero y que si tiene que atender a cualquier vecino por una urgencia, jamás pone problema alguno ni acepta dinero por ese servicio. Soy un vecino ejemplar y un médico vocacional. Así es. Y no lo pregunte. No veo ninguna contradicción.

—¿No? —cuestionó Magda.

—No. Cada uno analiza la situación desde un único punto de vista. Así somos los seres humanos. Los vecinos han leído la prensa y también han escuchado historias sobre mi pasado. No son tontos, pero ellos saben que les trato bien, que suelo acertar en mis diagnósticos y que no soy tacaño a la hora de recetar, que es algo que obsesiona a esta gente de pueblo. Ellos no quieren mirar lo demás. No les interesa. Para los políticos españoles, en cambio, soy muy diferente. Ellos jamás vendrán aquí a ver lo que estoy haciendo desde que en el año 2005 me echaron del deporte. Tampoco quieren conocer nada de esa otra faceta porque puede ser que entiendan que no tiene ningún sentido que me quieran inhabilitar como médico. España necesita médicos en la seguridad social y es obvio que no soy ningún asesino en serie. Como les decía, llevo ocho años de trabajo ejemplar y dando lo mejor de mí en este pueblo con enfermedades que evidentemente se quedan cortas y simples para la experiencia que he acumulado. Pero a los políticos no les importa lo más mínimo esa otra realidad. Para ellos al principio fui una bandera para aprobar la ley antidopaje y luego, poco a poco, me han ido convirtiendo en una bandera para tapar sus chapuzas.

—¿Bandera para aprobar la ley antidopaje? —preguntó Magda.



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