Cuentos de fantasmas by Montague Rhodes James

Cuentos de fantasmas by Montague Rhodes James

autor:Montague Rhodes James [Rhodes James, Montague]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Fantástico, Terror
editor: ePubLibre
publicado: 1903-12-31T16:00:00+00:00


EL NÚMERO 13

VIBORG ocupa, entre las ciudades de Jutlandia, un lugar de merecida importancia. Es sede de un obispado, posee una hermosa catedral (aunque restaurada casi en su totalidad), un encantador parque, un lago de gran belleza y muchas cigüeñas. En sus cercanías hállanse Hald, considerado uno de los lugares más atractivos de Dinamarca, y Finderup, donde Marsk Stig asesinó al rey Erik Glipping, el día de Santa Cecilia del año 1286. Cuando en el siglo XVII abrieron su tumba, la calavera de Erik ostentaba, según dicen, las huellas de cincuenta y seis mazazos. Pero no es mi intención redactar una guía turística.

En Viborg hay excelentes hoteles; el Preisler y el Fénix se cuentan entre los mejores. Pero mi primo, el protagonista de este relato, se dirigió, la primera vez que visitó Viborg, al León de Oro. Jamás volvió a alojarse en ese lugar, y acaso las siguientes páginas expliquen por qué.

El León de Oro es uno de los pocos edificios de la ciudad que subsistieron al gran incendio de 1726, que prácticamente devastó la catedral, la Sognekirke, la Raadhuus y otras construcciones diversas, tan antiguas como interesantes. Trátase de un edificio de ladrillo rojo; es decir, el frente es de ladrillo, con altos gabletes almenados y una inscripción sobre la puerta principal, pero el patio en el que entran los vehículos es de madera y estuco de matices blancos y negros.

El sol declinaba cuando mi primo llegó al León de Oro, y sus últimos rayos destacaban nítidamente cada detalle de la imponente fachada. Le encantó el aspecto anticuado del lugar, y se prometió una estancia tan satisfactoria como entretenida en esa posada que poseía todas las características de un lugar típico de la vieja Jutlandia.

No eran los negocios —no, al menos, en el sentido vulgar que se adscribe a esa palabra— los que habían llevado a Mr. Anderson a Viborg. Realizaba ciertas investigaciones sobre la historia de la Iglesia en Dinamarca, y habíase enterado de que el Rigsarkiv[10] de Viborg conservaba algunos documentos (milagrosamente salvados del incendio) relativos a los últimos días del catolicismo romano en ese país. Proponíase, por lo tanto, dedicar un tiempo considerable —tal vez dos o tres semanas— al examen y copia de dichos documentos, y esperaba disponer, en el León de Oro, de una amplia habitación que le sirviera tanto de dormitorio como de estudio. Mr. Anderson expresó sus deseos al posadero y éste, tras meditar unos instantes, sugirió que la mejor forma de satisfacer al caballero sería, tal vez, que él mismo visitara los cuartos de mayor amplitud y escogiera el más conveniente. Mr. Anderson aprobó la idea.

El piso superior fue descartado en el acto; tantas escaleras impondrían un esfuerzo excesivo tras afrontar un día de trabajo; en el segundo piso, no había habitación de las dimensiones requeridas, pero en el primero había dos o tres cuartos que se adecuaban admirablemente, al menos en cuanto a tamaño, a las exigencias del huésped.

El posadero recomendó con fervor el número 17, pero Mr. Anderson recalcó



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