Cuentos al amor de la lumbre by Antonio Rodríguez Almodóvar

Cuentos al amor de la lumbre by Antonio Rodríguez Almodóvar

autor:Antonio Rodríguez Almodóvar [Rodríguez Almodóvar, Antonio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2008-04-02T00:00:00+00:00


52. Bella-Flor

Había una vez un padre que tenía dos hijos; al mayor le tocó la suerte de soldado y fue a América, donde estuvo muchos años. Cuando volvió, su padre había muerto y su hermano disfrutaba del caudal y se había puesto muy rico. Fuese a casa de éste y le encontró bajando la escalera.

—¿No me conoces? —le preguntó.

El hermano le contestó de mala manera que no.

Entonces se dio a conocer y su hermano le dijo que se fuese al granero y que allí hallaría un arca, que era la herencia que le había dejado su padre, y siguió su camino sin hacerle más caso.

Subió al granero y halló un arca muy vieja y dijo para sí:

«¿Para qué me puede a mí servir este desvencijado arcón? ¡Pero anda con Dios! Me servirá para hacer una hoguera y calentarme, que hace mucho frío».

Cargó con él y se fue a su mesón, donde cogió un hacha y se puso a hacer pedazos el arcón, y de un secreto que tenía cayó un papel. Cogiólo y vio que era la escritura de una crecida cantidad que adeudaban a su padre. La cobró y se puso muy rico.

Un día que iba por la calle encontró a una mujer que estaba llorando amargamente; le preguntó qué tenía y ella le contestó que su marido estaba muy malo y que no sólo no tenía para curarlo, sino que se lo quería llevar a la cárcel un acreedor, al que no podía pagar lo que le debía.

—No se apure usted —le dijo José—; no llevarán a su marido a la cárcel ni venderán lo que tienen, que yo salgo a todo; le pagaré sus deudas, le costearé su enfermedad y su entierro si se muere.

Y así lo hizo todo; pero se encontró que, cuando el pobre hubo muerto, después de pagado el entierro, no le quedaba un real, habiendo gastado su herencia en esa buena obra.

«¿Y ahora, qué hago? —se preguntó—. ¿Ahora que no tengo qué comer? Me iré a una corte y me pondré a servir».

Así lo hizo, y entró de mozo en el palacio del rey.

Se portó tan bien y el rey lo quería tanto, que lo fue ascendiendo hasta que lo hizo primer gentilhombre.

Entre tanto su descastado hermano había empobrecido y le escribió pidiéndole que lo amparase y, como José era tan bueno, lo amparó, pidiéndole al rey que le diese a su hermano un empleo en el palacio, y el rey se lo concedió.

Vino, pues, pero en lugar de sentir gratitud hacia su buen hermano, lo que sentía era envidia al verlo privado del rey, y se propuso perderlo. Para eso se puso a inquirir lo que para su intento importaba averiguar y supo que el rey estaba enamorado de la princesa Bella-Flor, y que ésta, como que era el rey viejo y feo, no le quería y se había ocultado en un palacio escondido por esos breñales, nadie sabía dónde. El hermano fue y le dijo al rey que José sabía dónde estaba Bella-Flor y correspondía con ella.



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