Cronometrados by Simon Garfield

Cronometrados by Simon Garfield

autor:Simon Garfield [Garfield, Simon]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
editor: Taurus
publicado: 2017-02-15T23:00:00+00:00


II. EL JEFE DEL INFIERNO

Antes de que el chiste pasara de moda, en el mundo empresarial se solía decir que el consultor era alguien que te pedía el reloj para decirte la hora. Hubo un tiempo en que así fue. Literalmente.

Hace un siglo, el pionero de la consultoría empresarial, un estadounidense llamado Frederick Winslow Taylor, dio con la manera de estimular radicalmente la producción industrial de su país: ir a las fábricas que producían poco con un cronómetro y cronometrar todo lo que veía. Casi siempre se topaba con una combinación de indolencia y falta de rendimiento, y sus soluciones eran claras y exigentes. Calculó el tiempo mínimo en que podía realizarse cada tarea y descubrió que, en la mayoría de ocasiones, ese tiempo no se cumplía. Bautizó a esa práctica empresarial como soldiering(12) e informó a los propietarios de las fábricas de que, si querían que sus negocios prosperasen, harían bien en adoptar su nuevo método, basado en una precisa temporización. Inevitablemente, sus recomendaciones no le granjearon precisamente el cariño de los trabajadores ni de los sindicatos. Los jefes, de repente, parecían poseídos por alguna entidad demoniaca. Taylor hablaba de lo orgulloso que un trabajador plenamente ocupado volvería a casa tras cada nueva jornada de trabajo optimizado. Sus detractores, por lo contrario, afirmaban que los efectos físicos y psicológicos de su innovador método les traían al pairo. Sin embargo, sus ideas calaron, especialmente cuando, transcurridos un par de años, los propietarios de las fábricas vieron doblarse tanto la producción como los beneficios[89].

Las teorías de Taylor tomaron forma en la acerería de Midvale, cercana a su Filadelfia natal. Taylor ascendió en la estructura de la empresa entre 1878 y 1890. Su acerería consiguió satisfacer plenamente la enorme demanda de la industria del ferrocarril y armamentística en la época, gracias al impulso dado por Taylor a la eficiencia y a la eliminación de residuos. La producción de acero de Midvale casi se triplicó. Más tarde, obtuvo un éxito similar en una papelera y en otra acerería, y su familia se enriqueció gracias a una nueva técnica de corte de acero de la que fue pionero junto con su socio, Maunsel White. En palabras de su biógrafo, Robert Kanigel, quienes trabajaban con él «veían cómo el mundo se aceleraba delante de sus narices»[90].

Taylor jamás usaba las palabras «humano», «engranaje» y «máquina» en la misma frase. En un primer momento relacionó sus principios con la «gestión de tareas» y, más adelante, adoptó el tecnicismo «gestión científica». Sus métodos se extendieron rápidamente en la industria estadounidense y alcanzaron más tarde los confines del mundo: para entonces, los profesionales hablaban sencillamente de «taylorismo». El manifiesto definitorio del taylorismo se publicó en Nueva York en 1911: era una grandilocuente llamada, de corte casi electoral, a hacer de aquel un gran país otra vez. El panfleto iba acompañado de una ilustración de una mano que sostenía un cronómetro, persuasivo signo del grandioso destino que reservaba la ciencia empírica al país.

El texto —escrito, no lo olvidemos, hace más



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.