Crimen perfecto by Varios Autores

Crimen perfecto by Varios Autores

autor:Varios Autores
La lengua: es
Format: mobi
Tags: Novela Policiaca
publicado: 2011-02-15T23:00:00+00:00


Lisa, que tanto se preciaba de tener diferentes compartimentos secretos en su vida, estaría consternada: toda su vida reunida y emplazada estaba bajo aquel mismo techo, como una línea temporal de los años que había vivido. Una línea corta, sin embargo; de muy pocos años. Casi todos los asistentes eran jóvenes que rondaban la edad de Lisa y los rostros de muchos de ellos mostraban una expresión de perplejidad ansiosa, porque era la primera de ellos que había desaparecido y porque su repentina muerte les había impactado, recordándoles su propia y aterradora precariedad. Había un par de amigos de su infancia —una de ellas mi mujer, por supuesto—, de cuando Lisa era una niña desdentada y regordeta con coletas y una tremenda determinación. Había gente con la que Lisa había mantenido el contacto desde secundaria, sentados juntos al final de la sala, preparados con pañuelos de papel en las manos. Había amigos de la universidad, colegas del trabajo, miembros de la clase de yoga a la que se unió varios años antes. Reconocí algunas de las caras, otras supuse de quién eran, recordando historias que me había contado e intentando que cada pieza encajara en el rompecabezas.

Su familia ocupaba las primeras posiciones. Les conocía, por supuesto, aunque no muy bien. Había coincidido con ellos en reuniones y celebraciones. Eran el tipo de conocidos de los que piensas que cualquier día pueden convertirse en amigos. Sus hermanos mayores, Luke y Ronan, estaban acompañados de sus esposas y de sus hijos. Lisa había sido la pequeña de la familia, el error, como solía señalar. Sus hermanos tenían nueve y siete años cuando ella nació, y habían tratado a su hermana pequeña con una mezcla de condescendencia y protección, cada vez que se acordaban de su existencia. Sus padres tenían treinta y tantos años cuando nació. Miré a Jim y María Cornwell, que estaban de pie en la parte delantera de la sala. Siempre había pensado que los Cornwell tenían un aspecto juvenil impropio de su edad, pero ahora parecían años, incluso décadas, más viejos, mortificados y vencidos por el dolor. Jim parecía encorvado, embutido en un abrigo aunque hacía un templado día de primavera. Su cara estaba hundida, con los pómulos sobresalientes y la nariz picuda. María llevaba un amplio vestido marrón y zapatos planos como si estuviera intentando esconderse dentro de sus ropas. «Siempre fue un poco coqueta», dijo Lisa de ella una vez, pero María parecía que se había confinado en sí misma. Su espíritu optimista se había derrumbado. Nadie debería tener que enterrar a sus hijos. Ésas habían sido las palabras que Mattie había pronunciado cuando volvió del funeral de Lisa en aquel crudo, frío, día de marzo. Recuerdo como se inclinó hacia mí en la cocina sollozando de un modo que no había sido capaz durante el servicio y yo le acaricié su brillante pelo castaño, besé su cara bañada en lágrimas y murmuré palabras sin sentido para consolarla. No asistí al funeral porque los Cornwell sólo querían que fuera un pequeño grupo de amigos.



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