Cosas de familia by Elsy Fors

Cosas de familia by Elsy Fors

autor:Elsy Fors
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
publicado: 2015-01-07T23:00:00+00:00


De esposos y yernos

Gastón

Al padre de mi hija, Gastón Sariol Hernández, lo conocí a principios de 1968 en Nueva Gerona, Isla de la Juventud, donde había ido con mi madre a ver a mi hermana más pequeña, quien realizaba trabajo voluntario con estudiantes del Instituto Técnico Militar, donde cursaba Ingeniería Civil.

Gastón estaba destacado en la aviación agrícola de ese municipio especial. En un vendaval de noviazgo que duró tres meses, me propuso matrimonio y nos casamos el 22 de junio de 1968.

Procedente de una familia con tradición magisterial, el abuelo de Gastón, Juan Francisco Sariol, era propietario de la mayor imprenta de la entonces provincia de Oriente, fue fundador de la Revista Orto, de gran prestigio entre los intelectuales de la época, quienes colaboraban con ese medio habitualmente, como Manuel Navarro Luna, Nicolás Guillén, Regino Boti y otros.

Sus padres eran maestros, Gastón, de Artes Plásticas y Encarnación llegó a ser directora de una escuela primaria en Manzanillo. Colaboradores de la guerrilla desde la clandestinidad, criaron a sus hijos en el amor a la Patria. Gastón tiene una hermana, Mercedes, 19 años menor que él.

Gastón padre y Encarnación murieron prematuramente, teniendo en cuenta que ya la quinta década ha pasado a incluirse en la edad productiva de los cubanos. El murió en 1978 de una subida de presión después de una discusión en el barrio y Encarnación falleció apenas tres años después de un cáncer de mama.

Mi hija, mi madre y yo estábamos de vacaciones en La Habana, después de nuestro primer año en Moscú y parecería que Encarnación esperaba vernos de nuevo para irse del mundo en paz.

Conocí a Gastón cuando nos presentó Rafael Rimbla en Nueva Gerona. Lo primero que se le ocurrió fue decirme que yo tenía tipo de estudiante de Economía, lo cual tuvo el efecto contrario al deseado por él, porque a mí no me gustaba entonces esa carrera. Pero tengo que reconocer que el pretendiente gozaba de mucha imaginación y era capaz de protagonizar anécdotas sorprendentes que me deslumbraron.

Figuran hechos en su expediente vital como el desconocer a personas con quienes se ha relacionado, preguntarle a un amigo casado si su acompañante era su esposa, porque él recordaba a otra persona, en fin ese tipo de equivocaciones que ponen fin a una amistad.

Entre los pronósticos de Gastón que nunca se cumplieron, estuvo el de que esperaríamos juntos el advenimiento del Tercer Milenio. Al separarnos en 1974, faltarían aún 26 años para que se cumpliera su predicción. Sí debo admitir que este anuncio sin fundamento me hizo creer en su palabra y como yo, mi abuela Modesta, caímos rendidas a los encantos del único pretendiente de sus nietas que recibió su bendición.

Durante muchos años traté de explicarme el porqué de esa franqueza rayana en la inconciencia, quizás porque Gastón se separó de sus padres a los 15 años y quedó trunco su desarrollo emocional, o haber emprendido la aventura de unirse a la guerrilla junto a un amigo en las montañas que rodeaban Manzanillo, su pueblo natal, sin calcular los peligros que esto acarreaba.



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