Corre, hombre by Chester Himes

Corre, hombre by Chester Himes

autor:Chester Himes [Himes, Chester]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 1959-12-31T16:00:00+00:00


CAPÍTULO TRECE

Walker se abrió paso a empujones en el bar repleto hasta el sitio que el hombre corpulento de abrigo gris oscuro y sombrero verde le había estado guardando.

—Gracias por guardarme las espaldas, Brock —dijo.

—Olvídalo —dijo Brock.

Un camarero calvo de rostro arrugado y expresión cínica se les acercó y limpió el mostrador con una toalla húmeda.

—Whisky con agua y un bocadillo de salchichón con pan de centeno —dijo Walker.

—Ponme a mí otro poquito de lengua, Junior —dijo Brock, que se bebió lo que le quedaba en el vaso, y añadió—: Otro whisky con hielo.

Estaban en el Lindy, eran las ocho en punto y la hora del cóctel se acercaba a la de la cena. Tras ellos, al otro lado del despliegue de mesas llenas de personal, las ventanas con cortinas ocultaban el espectáculo de los apiñados peatones que se abrían paso en la acera y del denso tráfico que congestionaba Times Square. El lugar estaba lleno de periodistas que echaban una canita al aire en la cocina judía, timadores de Broadway, algún que otro gángster de Brooklyn con su séquito y un escueto muestrario de putas de cien dólares a disposición de los barrigudos ejecutivos de la industria textil, a cinco minutos al sur en taxi.

—Me quitaste de encima al jefe de policía —dijo Walker.

—Pues encantado de haberlo hecho —dijo Brock—. Pero me gustaría saber por qué. Es cuestión de hábito. Soy uno de esos curiosos hijos de puta a los que les gusta saber por qué hacen las cosas.

Walker le lanzó una mirada.

—Es por ese asunto de Schmidt & Schindler y el puerco que me acusó.

—Por supuesto —dijo Brock, enseñando la dentadura en lo que parecía una sonrisa; pero sus ojos no cambiaron de expresión—. Sin embargo, todo lo que sé de ese asunto es lo que he leído en los periódicos.

—Oh, vamos —dijo Walker.

—Claro —dijo Brock.

El camarero les sirvió los bocadillos y Brock se zampó la mitad del suyo de un bocado. Walker vació su vaso de un trago y golpeó el mostrador para que se lo llenaran otra vez. El camarero cogió la botella que había devuelto a los anaqueles y le sirvió otra ración sin interesarse en lo que hacía. Brock terminó el bocadillo de otro bocado.

—Bueno, hostia —dijo Walker a la defensiva—. Después de haber encontrado muertos a los otros morenos no puedo admitir que estuve allí, ¿no crees? ¿Qué haría el fiscal del distrito, llevando el departamento como lo lleva? Lo único que quieren es acusarnos de una cosa así a cualquiera de nosotros.

—Claro —dijo Brock, terminándose el whisky con hielo.

Walker echó una ojeada al espejo que había detrás de la barra y observó los rostros que llenaban el local.

—Es un sitio seguro —dijo Brock—. Por eso lo elegí. Nadie puede escuchar lo que dicen los demás.

—Ya sé que es seguro —dijo Walker—. Está dentro de mi ronda. Miraba a ver si veía chivatos.

—Los chivatos se largaron en cuanto me vieron —dijo Brock.

Walker engulló su whisky y golpeó la barra pidiendo otro. Cuando se lo sirvieron miró el fondo del vaso como si se tratase de una bola de cristal.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.