Coronado by Ignacio del Valle

Coronado by Ignacio del Valle

autor:Ignacio del Valle [Valle, Ignacio del]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2019-10-01T16:00:00+00:00


* * *

Tengo dicho cómo Hernando de Alvarado le contagió al general la calentura de Quivira, pero no lo conté todo y he de porfiar en esa dirección. Alvarado le relató al general que el Turco le había desaparecido y mandó engrilletar al Bigotes y regresaron a Cicuye. Acamparon fuera, por prudencia. El oro, y en especial el brazalete fue el obsesivo tema de sus preguntas, no hubo respuestas, y los amenazó con no liberarlos hasta que apareciese el dichoso el Turco. Para entonces Alvarado ya estaba medio desquiciado de tanto cabalgar las llanuras, además de que el oro brillaba y se repetía en su cabeza con el ritmo con que se azota un penitente. Yo mismo, cuando lo vi, lo encontré pálido y algo demacrado, no se parecía al hombre que conocía, y todo aquello sucedió en poco tiempo, que cuando se marchó para Cicuye iba lozano y bienhumorado. El Turco terminó por aparecer, que no se supo nunca si había intentado escapar o lo tenían escondido los tiguas, pues los indios pueden ser muy embusteros y muy liantes, y Alvarado empezó de nuevo el careo.

—¿Dónde está el oro?

—No existe tal —afirmó el Bigotes—. Y ese perro te está mintiendo: Quivira, como te lo cuenta, no existe.

—Quienes nos mentís sois vosotros, que siempre nos queréis perder.

—Si miento, entonces que venga Ysopete, ¿no es él de Quivira? Que cuente.

Alvarado se apercibió de que le habían dicho de dónde procedía, pero no se le quedó en la cabeza —porque solo vemos lo que interesa como animal con anteojera— y ordenó que lo trajesen. Ysopete, de cuerpo tatuado en cada esquina, contó que su ciudad era, ciertamente, rica y bien provista, pero la opulencia por aquellas tierras era tener ríos fluyentes y caza abundante y cosechas promisorias. El empuje de Alvarado se podía haber esfumado como vela sin viento, pero allí el diablo comenzó a soplar y prefirió quedarse con la versión que más le placía, que su conducta, su moral, su pensamiento desbordaban ya por los prodigios y las maravillas que habían fundido juntos fábula y verdad. Por ende, sabía que los indios eran enemigos e Ysopete podía querer proteger la ciudad y poner en evidencia al Turco. El capitán continuó el interrogatorio, pero no contó con que cada minuto que mantenía detenidos a los jefes se iban congregando fuerzas obstinadas y amargas. Guerreros cicuyes rodearon el campamento, que Juan de Padilla me describió llevaban chaqueta y pantalones de cuero, calzaban mocasines, se dejaban el cabello largo y muchos se lo recogían en trenzas adornadas con abalorios, y también me contó se tenían por invencibles y dominadores de todos los pueblos circunvecinos, y al verlos así de alzados, como quinientos o más, dando gritos y mostrando sus arcos, con algunas flechas comenzaron a clavarse en el real, el valor empezó a desfallecer. Los españoles no eran más de una veintena, indios amigos aparte, y de producirse un choque era difícil que no terminase en tragedia. Pero Alvarado estaba ebrio de triunfo



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.