Control Total by Baldacci David

Control Total by Baldacci David

autor:Baldacci, David [Baldacci, David]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2012-02-16T21:27:35+00:00


� La puerta principal estaba abierta, señora Archer. Creímos que le había pasado algo cuando no respondió a nuestra llamada.

La sinceridad en el tono apaciguó en el acto la furia de Sidney. Había dejado la puerta abierta cuando corrió a atender la llamada de su padre. Hizo un esfuerzo para no vomitar. Tenía el cuerpo empapado en sudor. Se estremeció cuando un viento helado se coló en el garaje por la puerta abierta.

� ¿Va a alguna parte? - Sawyer miró al vehículo y después a la mujer que estaba sentada al volante, con una expresión del más total desconsuelo.

� Sólo iba a dar una vuelta -contestó Sidney con voz débil. No se atrevió a mirar al agente. Pasó las manos por el volante. El sudor de las palmas brilló sobre la superficie acolchada.

� ¿Siempre lleva la correspondencia en el asiento del pasajero? - preguntó Sawyer al ver el montón de sobres.

� No sé cómo llegó aquí. Supongo que los dejaría mi padre antes de marcharse.

� Eso es. Inmediatamente después de que usted se marchara. Por cierto, ¿qué tal el viaje a Nueva Orleans? ¿Se lo pasó bien?

Sidney miró al hombre con ojos apagados. Sawyer la sujetó por el codo.

� Usted y yo tenemos que hablar, señora Archer.

Capítulo 39

Antes de salir del coche, Sidney recogió la correspondencia y se metió el Post debajo del brazo. Fuera de la vista de los agentes, se guardó el disquete en un bolsillo. Se apeó del Ford y miró la pistola que Jackson le había confiscado.

� Tengo permiso para llevar armas -dijo, y se lo mostró.

� ¿Le importa si la descargo antes de devolvérsela?

� Si así se siente más seguro… -replicó ella. Apretó el botón para cerrar la puerta del garaje, cerró la puerta del coche y se encaminó hacia la casa-. Pero no se olvide de dejar las balas.

Jackson la miró asombrado mientras los dos agentes la seguían.

� ¿Quieren tomar café? ¿Comer alguna cosa? Todavía es muy temprano -dijo Sidney con un tono acusador.

� Un café no nos vendrá mal -respondió Sawyer, sin hacer caso del tono. Jackson se limitó a asentir.

Sidney se ocupó de servir el café, y Sawyer aprovechó la oportunidad para observarla. El pelo rubio sin lavar le enmarcaba el rostro carente de maquillaje y que se veía más tenso y macilento que en su visita anterior. Las prendas le quedaban un poco holgadas por la pérdida de peso. Sin embargo, los ojos verdes no habían perdido ni una pizca de encanto. Advirtió el leve temblor de las manos mientras manejaba la cafetera. Era obvio que estaba en el límite. Reconoció a regañadientes que la mujer se enfrentaba de una manera admirable a una pesadilla que cada día se hacía más grande. Pero todo el mundo tenía un límite. Esperaba saber cuál era el de Sidney antes de que se acabara este caso.

Sidney puso las tazas en una bandeja junto con el azúcar y la leche. De la panera sacó un surtido de bollos, madalenas y rosquillas. Cogió la bandeja y la dejó en el centro de la mesa de la cocina.



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