Confesiones inconfesables by Salvador Dalí

Confesiones inconfesables by Salvador Dalí

autor:Salvador Dalí [Dalí, Salvador]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 1974-01-01T00:00:00+00:00


Dalí obtiene una victoria sobre la muerte

Mi alegría de vivir tiene su nivel: el de acogotar a la muerte mediante unos fuegos artificiales de vida. Yo soy la muerte, pero ella me fascina con su eternidad, como el Gran Masturbador, inmóvil frente a las olas. Creo que la amo pese a mi miedo, pero no veo que vaya a morir. Si alguna cosa tuviera que acabar un día, no podría ser más que en un orgasmo gigantesco. Una descarga cósmica. Este pensamiento me exalta, como transformaba a Lorca, quien ocultaba su angustia representando mímicamente su muerte para luego levantarse riendo, a carcajadas, transfigurado. Sólo con pensar en el retrato de mi hermano muerto, colgado en la habitación de mis padres al lado de una reproducción del Cristo de Velázquez, ya siento escalofríos. Me creo cercado por todos los muertos que he acumulado durante mi existencia. Temo que mi obsesión me lleve al vértigo. Luego me digo que cada uno de esos muertos trabaja para mí, que componen el humus de mi propia espiritualidad, nutren mi genio y yo me convierto de repente en un soberbio caníbal que se alimenta de los cadáveres angélicos de todos sus amigos desaparecidos. Todos colaboran en mi gloria. Mi gloria verdadera: aquella que significa duración. No solamente en la memoria, sino en un Dalí eterno. Creo que todos esos muertos sostienen mi vida, como arquitrabes, y de ello extraigo una fuerza inaudita. Respondo a todos los desafíos y mi capacidad de dominar todos los obstáculos es prodigiosa. Soy como el Phyllomorpha laciniata de mi infancia que descubrí a los nueve años en la Paranychia de las colinas de Cadaqués. Mago del mimetismo, desaparecía bajo las hojas del arbusto hasta el punto de que podía creerse que éstas tenían vida propia. Y si yo me divertía con la estupefacción de los pescadores, poniéndolos sobre una mesa y ordenándoles avanzar, esos insectos empezaban a moverse y yo pasaba por brujo. Nadie había observado esta particularidad. Bauticé a mi compadre el filomorfo con la expresión catalana de morros de cony, o sea «labios de coño». Admiraba su prodigiosa capacidad para camuflarse, hasta hacerse invisible, buscando su seguridad. Luego descubrí que el morros de cony llevaba sobre su dorso un parásito que a su vez sostenía una pirámide de huevos tallados como diamantes de oro… y que esos mismos huevos eran sin duda depositarios de unas virtudes más asombrosas todavía. Pedí a un biólogo que estudiara si aquellos poliedros no eran la expresión del germen de vida pura capaz de curar, por ejemplo, el cáncer. Es una intuición que merece comprobarse.

La lógica paranoio-crítica me condujo a intuir y a encontrar el camino que, desde Cadaqués, lugar de excepción, y pasando por el morros de cony y su parásito, me llevó hasta los huevos de oro y la estructura absoluta donde mi genio se contempla a sí mismo en el espejo de la unidad del mundo. Mi obra, desde entonces, no hace más que traducir el mimetismo trascendente del morros de cony cristalizado, sublimado, ilustración de la aventura paranoio-crítica.



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