Como en una montaña rusa by Susan Elizabeth Phillips

Como en una montaña rusa by Susan Elizabeth Phillips

autor:Susan Elizabeth Phillips [Phillips, Susan Elizabeth]
La lengua: cat
Format: epub
Tags: Romántica
publicado: 2014-02-13T23:00:00+00:00


Capítulo 17

17

Honey se quedó entre sus brazos, con la cabeza recostada sobre su hombro. Dash jugueteaba distraídamente con su pelo, enroscando rizos sedosos en torno a sus gruesos dedos marrones mientras ella descubría las texturas de su pecho y exploraba viejas cicatrices que había visto pero nunca había tocado.

Él guardaba silencio.

Ella, no.

—Nunca creí que sería tan maravilloso, Dash. No me ha dolido nada, y quería que no se acabara nunca. Estaba preocupada... He leído sobre eso en libros, ¿sabes?, y te hace concebir grandes expectativas. Pero entonces debes preguntarte: ¿es realmente así? —Le tocó una cicatriz junto a la tetilla—. ¿Dónde te hiciste esta?

—No lo sé. En Montana, quizá. Trabajé en un rancho de allí.

—Humm. No puedo imaginarme nada más maravilloso que el sexo. Temía ser... Bueno, como no tenía nada de práctica, creía que sería un poco patosa. —Levantó la cabeza con el ceño fruncido—. No he sido patosa, ¿verdad?

Él le besó la punta de la nariz.

—No has sido patosa.

Tranquilizada, volvió a recostarse y siguió acariciándolo.

—Pero todavía no sé mucho, y la verdad, no entiendo por qué no podemos volver a hacerlo. No me duele. De veras que no. Y quiero asegurarme de satisfacerte..., sé que eso es importante. Y no he hecho... ya sabes... sexo oral ni nada de eso.

—Por el amor de Dios, Honey.

Se apoyó sobre el codo para mirarlo.

—Pues no, no lo he hecho.

Un leve sonrojo se extendió por los pómulos de Dash.

—Por todos los santos, ¿de dónde sacas esas ideas?

—Quizá no tengo mucha experiencia, pero leo mucho.

—Bueno, eso lo explica todo.

—Y otra cosa...

Dash soltó un gemido.

—Todo ha sucedido muy rápido. Bueno, rápido no. Muy despacio, y ha sido maravilloso. Pero me he vuelto un poco loca. Lo cual no era culpa mía, porque todo lo que me hacías me volvía loca. No exactamente loca, sino...

—Honey.

—¿Sí?

—¿Crees que podrás ir al grano antes de que los dos muramos de viejos?

Honey jugueteó con el borde de la sábana que cubría la cintura de Dash.

—El grano... —Vaciló—. Resulta un poco violento.

—Cuesta trabajo imaginarse que pueda haber algo que te resulte violento.

Ella le dirigió una mirada que pretendía que fuese fulminadora, pero estaba tan contenta que no lo consiguió.

—Lo que trato de decir es que... En el calor de la pasión, por así decirlo, no he tenido ocasión de... En realidad no... —Acarició el borde de la sábana—. La cuestión es que... —Respiró hondo—. Quiero mirar.

Dash levantó la cabeza en el acto.

—¿Quieres qué?

Ahora le tocó a ella sonrojarse.

—Quiero... mirarte.

—¿Como si fuera un experimento científico?

—¿Te importa?

Él se rio entre dientes y volvió a recostar la cabeza sobre la almohada.

—No, cariño, no me importa. Aparta la sábana.

Ella retiró la sábana, y al cabo de muy poco Dash parecía haber dejado a un lado todas sus reservas porque volvían a hacer el amor.



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