Cielo de tango (Nuevos Tiempos) (Spanish Edition) by Elsa Osorio

Cielo de tango (Nuevos Tiempos) (Spanish Edition) by Elsa Osorio

autor:Elsa Osorio
La lengua: spa
Format: mobi
ISBN: 9788498417043
editor: Siruela
publicado: 2012-02-07T23:00:00+00:00


Capítulo dieciocho

Juan no tenía teléfono, era la excusa perfecta, se dijo Mercedes. Y después de pasar por lo de Jordi, buscó a Juan en su casa.

Se ríen mucho cuando ella le cuenta las anécdotas de Mar del Plata. Las fiestas en el Ocean Club de playa Bristol, con la orquesta de Jaimovitch, que intercaló algunos tangos en su repertorio. La mayoría de los jóvenes bailando igual, como marionetas, contando los pasos, liso, apenas algún corte. Consultaban con ella, que, como había aprendido en París, lo sabía todo. Encontró sí un músico, de otra orquesta, con quien bailó casi tan bien como con su tío Hernán. Todos mirándola, admirándola, aunque después le dijeron que no debía haber aceptado bailar con él, quién era, nadie lo conocía. Y de pronto Fernando, con quien había bailado, un aburrimiento, la sacó de nuevo, e hizo maravillas. Sabe bailar y muy bien, pero disimula, te podés creer, Juan. Mercedes lo provocó con el músico, y por eso se atrevió, de puro celoso. Pero nunca más. Deben haberlo criticado tanto como a ella.

–¿Te gusta Fernando? ¿O el otro, con el que van a andar a caballo?

–No, algunos son simpáticos pero no me gusta nadie. Para desgracia de mi padre, que me quiere casar a toda costa.

Juan cree que sí le gusta alguien, se le nota en la mirada, que no se lo esconda. Juan la conoce muy bien, pero Mercedes no se lo va a decir.

Mercedes pensó en Jordi muchas veces durante ese verano, se imaginó que lo encontraba en la rambla, que iba a tocar en alguna de las múltiples fiestas a las que asistió. Y cuando lo sorprendió esa mañana en su casa, despeinado y con cara de dormido, su corazón dio un respingo.

–Hola ¿está Juan?

–No, pero pase.

No quería molestarlo. Si no era ninguna molestia, era un placer. En cinco minutos que lo esperó en la sala, Jordi se había peinado, cambiado la ropa y perfumado. Pero Mercedes se quedó apenas un ratito, si no iba a parecer una excusa que quería ver a Juan, ¿dónde podía encontrarlo a esa hora? En su casa. Cuando le dio la mano, Jordi la retuvo, y la miró de una manera que no le dejó ninguna duda de que él también había estado soñando con ella.

–¿Nos encontramos mañana? –le preguntó, sin más vueltas.

Y ella aceptó.

–No te creo, Mercedes –le dice Juan–, pero no importa, ya me lo vas a contar. A mí sí me gusta una chica, más que me gusta, estoy enamorado hasta el caracú. Se llama Rosa y este domingo me voy a declarar en la estatua grande de Palermo, El beso.

Qué romántico. A Mercedes le encanta esa escultura, pero no se llama El beso, se llama Leandro y Hero, es de Paul Gask, representa el encuentro de los amantes: Hero, una sacerdotisa de Afrodita, y Leandro, que cruza a nado el Helos Ponto, a la luz de una antorcha que enciende su amada en una torre para guiarlo.

–Qué historia más bonita, se la voy a contar a Rosa.



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