Charada by Sandra Brown

Charada by Sandra Brown

autor:Sandra Brown [Brown, Sandra]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2010-08-16T16:00:00+00:00


Capítulo treinta y uno

—Según parece estás como nueva.

Sherry Parks se sentó enfrente de Cat. Jeff ocupó el otro sillón y dijo:

—¿Verdad que sí? Ya hacía tiempo que se merecía unas vacaciones.

—Lo he pasado muy bien —dijo Cat—. He comido tres veces al día, he dormido hasta tan tarde que era una vergüenza y he caminado por la playa. En pocas palabras: me he portado como una perezosa.

—No tanto. Un paseo por la playa puede ser agotador —comentó Sherry.

—Ya estaba cansada al terminar de vestirme. La gente se quita la ropa en la playa, pero yo tengo que taparme.

Debido a la medicación era muy sensible a las quemaduras solares.

Volviendo al trabajo, abrió el expediente que Jeff había dejado encima de la mesa. La foto le impresiono.

—¡Qué monada de niño!

Sherry estaba de acuerdo.

—Sí. Michael es una preciosidad. Tiene tres años Y esta semana el Servicio de Asistencia a la Infancia lo ha ingresado en un hogar de adopción.

—¿En qué circunstancias? —preguntó Cat.

—Su padre es un hombre encantador que se llama George Murphy. Al parecer es un supuesto albañil incapaz de mantener un puesto de trabajo debido a su temperamento y al consumo de drogas. Lo despiden al cabo de dos días. La familia vive del carné de paro y de lo poco que la madre aporta.

—¿Murphy los maltrata?

—Según los vecinos, sí. Han llamado varias veces a la policía para denunciar peleas domésticas. Lo han arrestado pero ella no presenta denuncia porque él la tiene aterrorizada —explicó Sherry.

—El mes pasado, la asistenta social se llevó a Michael, pero se lo devolvió a su madre cuando Murphy fue detenido por tenencia de drogas. Por desgracia, lo soltaron por falta de pruebas.

—Menuda suerte —comentó Cat.

—Es lo que pensaría cualquiera, pero él no escarmienta. Sus arranques de violencia son cada vez peores y más frecuentes. Y de repente, ataca más al niño que a la madre.

»La semana pasada, Michael «se cayó». Lo pasaron por rayos X en la sala de urgencias, pero le dieron de alta porque no tenía ningún hueso roto. Anteayer, su madre lo llevó al hospital de nuevo. Murphy le había golpeado reiteradamente contra la pared. El niño era incapaz de llorar y su madre creyó que tenía lesiones cerebrales irrecuperables.

—¿Y es así?

—No, solo se trataba de una conmoción. Los médicos lo tuvieron en observación durante la noche y ayer lo entregaron al Servicio, que lo ha ingresado en un hogar de adopción.

—¿Cómo está?

—Llora y llama a su madre, pero se porta bien Demasiado bien, ya que apenas tiene medios de establecer comunicación. Esta mañana ha dicho que le gustaría comerse un plátano después de los cereales, pero no sabía cómo se llamaba.

—Pobre crío —musitó Jeff.

—Está tan aterrorizado por su padre que no se atreve a hablar —añadió Sherry con tristeza.

Cat volvió a mirar la foto. El niño tenía el cabello oscuro; los ojos, grandes, azules y expresivos, y largas pestañas. Los labios eran gruesos y enmarcados por hoyuelos. Una preciosidad con rasgos casi femeninos.

Todos los niños le interesaban: sin tener en cuenta la raza, la edad o el sexo.



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