Cauterio by Lucía Lijtmaer

Cauterio by Lucía Lijtmaer

autor:Lucía Lijtmaer [Lucía Lijtmaer]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788433944252
editor: 2022
publicado: 2022-02-07T16:00:00+00:00


Regina resoplaba, cubierta de sudor, con una barriga prominente y sangre entre las piernas.

–No, no, no.

–Deborah, no te quedes ahí parada.

–No, no, no.

–Tienes que ayudarme, va a nacer un niño y vas a tener que ayudarme a traerlo al mundo.

Yo, que no había tenido miedo al barco, ni a las ratas, ni a la podredumbre, me vi incapaz de seguir ahí. Me aparté de la choza y me coloqué junto al fuego, tapándome las orejas para no oír los gritos de la chica Robinson. Intenté recordarla meses atrás con el pelo color fuego, largo hasta los hombros, correteando detrás de su madre rumbo a la iglesia. Pero su voz era más fuerte que nada, era como el aullido de una bestia, algo gutural que no había oído jamás y que tuve que escuchar como penitencia por haber intentado olvidar mi propia vida durante tanto tiempo. Aún quedaban las brasas de la fogata cuando salió Anne con la frente perlada de sudor, los antebrazos cubiertos de sangre viscosa y un envoltorio pequeño y caliente como una hogaza de pan.

–Todo ha ido bien.

–¿Y Regina?

–Está bien también.

Las dos nos quedamos mirando al niño que acababa de nacer, un animalillo nuevo y aún sin conciencia, apenas un fardo de carne.

–¿Cómo ha aguantado tanto tiempo en el bosque?

–Yo venía a echarle un ojo cada semana. Los indios la han respetado porque es pelirroja, no se meten con ellos porque creen que son criaturas sobrenaturales.

–Tú ya lo sabías y por eso la dejaste aquí, ¿no?

Anne miró los restos de las brasas, o quizás más allá, como siempre, quién sabe.

–Sí.

Tiró algunas sábanas encima para acabar de apagarlas y dijo, con el rostro ceñudo y una sombra de preocupación que le cruzaba el semblante:

–¿Te he contado alguna vez qué fue de mi padre?

Me sorprendió la pregunta, a esas horas, en ese momento.

–No.

–Fue él quien me educó desde que apenas podía sostenerme en pie. Estaba asqueado por la falta de educación de los curas de nuestro pueblo, unos ignorantes que asustaban a la congregación con historias del diablo y no cumplían la palabra de Dios ni sus enseñanzas. Eran unos brutos que buscaban techo y comida a cambio de dar misa de memoria, unos auténticos analfabetos. Uno acusó a mi madre una vez de haber parido a una cabra. Solo querían llenarnos de miedo. Pues bien, mi padre me educó porque estaba en casa. ¿Y por qué estaba en casa, un hombre de su posición, y no trabajando? Porque le habían condenado por herejía tras quejarse a las autoridades de las mentiras que difundían esas bestias. ¡Después de todo lo que habíamos hecho, después de la reforma! No habíamos abandonado la Iglesia de Roma para tener que aguantar a esos mangantes como autoridad, ¿no crees?

No podía verle la cara a Anne, solo oía su voz avanzando como un torrente en la oscuridad.

–Fue sometido a juicio en la catedral de Londres, le condenaron a diez años en prisión, donde enfermó y tuvieron que amputarle una pierna. Así que pasó el resto de su vida en arresto domiciliario.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.