Caudales by Víctor San Juan

Caudales by Víctor San Juan

autor:Víctor San Juan [San Juan, Víctor]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2013-01-01T00:00:00+00:00


12. Transporte idóneo

Cuando uno es joven afronta las grandes crisis sin medir las consecuencias de sus actos, que, necesariamente, pueden llegar a ser excesivos, torpes o desproporcionados. Sin embargo, cuando se es viejo, las posibles consecuencias derivadas de lo que uno haga para responder a la situación adversa se miden con tan estricta minuciosidad que acaban por conducir a la parálisis más absoluta. En la ocasión de Veracruz, con el San Leandro reparando en dique seco y su rival, la Ultimate, jugando fuerte sus mejores bazas de manera que no pudiera sino ganar, creo que tanto el comandante Hartman como yo mismo nos hallábamos tan absorbidos por las respectivas coyunturas que no valoramos la existencia de mundos aparte de los nuestros viviendo y conspirando intensamente a nuestro alrededor, que producían un sordo rumor que habría podido escucharse solo con prestar un poco de atención, y cuyos actos podían tener imprevisibles consecuencias.

Tras la tensa comida a bordo de la fragata británica, el señor Hartman y yo debimos aplicarnos a nuestros respectivos propósitos: el comandante de la Ultimate recibía a diario noticias de los agentes y espías masones en la proximidad del virrey mientras nosotros, replegados en nuestro refugio del astillero, veíamos cómo el San Leandro presentaba cada día mejor y más saneado aspecto, que nos bastaba para sentirnos satisfechos y redoblar la vigilancia. En un principio no nos apercibimos del fulgurante y cada vez más eficiente desarrollo de las obras, pero pronto los carpinteros, capitaneados por Vilches, y los contramaestres de Rodero hicieron notar la excelente calidad de los materiales que entraban a bordo, y la inmejorable disposición, la destreza y la dedicación mostradas por el personal que trabajaba en el buque.

—En Veracruz, señor, hay muchos patriotas —aclaró el señor Abreu.

Así fue como descubrí la existencia de unos silenciosos aliados en la sombra, dispuestos a trabajar de firme por la causa del San Leandro en la Nueva España: los aún leales al rey. De forma inesperada presentábanse a bordo un oficial, un mayordomo, un despensero o un grupo de infantes de marina en excedencia para solicitar su ingreso en el rol, de lo que se tomaba buena nota a efectos posteriores. El navío avanzaba, y la recuperación de sus condiciones náuticas parecía correr paralela a la sorprendente mejoría del estado de salud de su contramaestre, maese Buena Boya. Así, mientras en la cámara de la Ultimate se consideraba la jugada estratégica mediante poderosas intrigas, en la del San Leandro vivíamos una sencilla rutina a veces iluminada por una pequeña alegría, y oscurecida otras por el evidente presagio de lo que el destino habría de traer.

No éramos, sin embargo, solo las tripulaciones de ambos buques, los patriotas y los masones los únicos que movíamos ficha por aquellas fechas en Veracruz. Existían otros protagonistas olvidados que desempeñaban su papel de secundarios en el drama; entre ellos, uno de los más destacados era el tal señor John Gilbert, alias Alí Babá, el cual, conocedor de las complicadas obras, trabajos y entuertos en que nos



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