Cómo no ser una drama mamá by Amaya Ascunce

Cómo no ser una drama mamá by Amaya Ascunce

autor:Amaya Ascunce [Ascunce, Amaya]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 2011-12-31T16:00:00+00:00


CAPÍTULO 60

Eso es que estás creciendo

Tú te levantabas un día de la cama y se te doblaban las rodillas:

—Mami, me encuentro fatal, yo creo que esta noche durmiendo me he partido las piernas.

—No digas tonterías, que no dices más que tonterías. Eso es que estás creciendo.

—¿Crecer duele?

—En la vida todo duele, pero si me haces caso y eres una niña obediente, la vida te dolerá menos.

—¿Por qué duele?

—Ya estamos con los porqués, ¿eh, nena? ¿No habíamos hablado ya de que, a veces, las cosas son más bonitas si no sabemos porqué? Acuérdate del disgusto que te llevaste cuando tu padre te explicó que el frigo no era una caja mágica que hace frío. Acuérdate de que no te hizo ninguna gracia. Pues eso, a veces es mejor pensar que las cosas son mágicas, y punto.

—Mamiiiiiii, pero es que me duele.

—Mira, nena, te he dicho una y mil veces que no me llames mami, que no eres un bebé y yo me pongo muy nerviosa. Te duele porque sí, porque te tiene que doler.

—«Porque sí» no es una respuesta. —Ahí, en plan kamikaze.

—«Porque sí» es una respuesta si lo digo yo. ¿Te queda claro?

—Jo, sólo preguntaba…

—¡Ay! Qué pesada eres, de verdad. Pues la vida duele porque la hicieron así y tus piernas, porque los huesos se están estirando y empujan a tus piernas, por eso te duele.

—Pues yo no quiero crecer más.

—¡Ah, claro! Que te quieres quedar enana, muy práctico. Así no tendré que comprarte ropa nunca más, ni zapatos, ni cambiarás de clase, porque como no habrás crecido…

—Bueno, no sé… Si no tengo que crecer más…, ¿tendría que seguir comiendo vainas que son buenas para crecer? —Estaba loca, mirando directamente a los ojos del abismo y tan tranquila, como si no fuera conmigo.

—Mira, nena, tú te comes las vainas aunque midas la mitad de Pulgarcito, ¿me oyes? Y como te hagas la lista, dos platos cada vez. Y vete a hacer los deberes, que me tienes harta.

Consecuencias del consejo:

Miedo paralizante por las noches. «Y si mis huesos crecen mucho y me revientan la piel, ¿qué? ¿Cómo se vive una vida con la piel reventada?»

Segunda consecuencia: crecer me parece una mierda. No sólo te dolían las rodillas, cualquier catarro, angina, dolor de muelas, de cabeza e incluso moratón era «porque estás creciendo».

Tercera consecuencia: terror a ser un gigante. Yo crecí de golpe. Un martes. Pasé al metro setenta y tres de golpe, y mucho antes que mis amigas. Así que todos los dolores que padecí después de «El estirón» me aterrorizaban. «¡Por Dios, no quiero crecer más! Ni un centímetro. Esto me pasa por comer tantas vainas.»

Cuarta consecuencia: incredulidad en la sabiduría materna. Vamos, hombre, con 33 años que tengo y me siguen doliendo las rodillas, no fastidies que todavía me queda por dar un estirón.

Excepciones para utilizarlo:

Futuros hijos míos, la vida duele, es así. Me gustaría daros buenas noticias, pero duele. Ahora, que si sois obedientes…

Versiones:

«A mí también hubo una época de mi niñez en la que me dolían muchísimo las piernas, y me quejaba constantemente.



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