Breve historia de la guerra civil by Helen Graham

Breve historia de la guerra civil by Helen Graham

autor:Helen Graham [Graham, Helen]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Referencia, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2004-12-31T16:00:00+00:00


CAPÍTULO 5

LA REPÚBLICA ASEDIADA

Una sociedad que lucha para progresar queda reducida por la agresión externa a niveles de dificultad y de pura supervivencia que el agresor utiliza entonces como prueba de la imposibilidad del progreso social.

(Eduardo Galeano)

Seguir luchando, porque no había más remedio para, si no se podía ganar, salvar lo que se pudiera o, al menos, salvar el decoro […]. Resistir, ¿por qué? Pues sencillamente porque sabíamos cuál sería el final de la capitulación.

(Juan Negrín)

A mediados de 1937, la República se enfrentaba a un enemigo cada vez mejor armado y pertrechado gracias a los suministros regulares y eficaces de material bélico de primera calidad proveniente de las fábricas alemanas e italianas. El pacto de No Intervención no sirvió para detener ni aminorar este flujo de material bélico, que con frecuencia se mandaba en barcos fletados y pagados por la Alemania nazi, pero que navegaban bajo banderas de conveniencia y, por lo tanto, quedaban fuera del alcance de los controles del Comité de No Intervención. Por su relativa proximidad con España, Italia utilizaba su propia flota mercante, protegida por la fuerza aérea italiana o por sus buques de guerra, que nadie —la armada británica tampoco, por supuesto— estaba dispuesto a hacer frente. Estas circunstancias aseguraban a Franco un suministro rápido y casi ininterrumpido, cuando muchas veces la puntualidad de las entregas era un factor aún más importante que su cantidad. El material alemán e italiano también se descargaba en puertos portugueses con la complicidad de las autoridades. Puesto que la ayuda de Alemania e Italia provenía directamente de sus gobiernos, también llegaba con un soporte técnico completo y respaldo logístico. La ayuda soviética a la República no podía compensar cuantitativa ni cualitativamente esta situación. Solo era capaz de ofrecer a la República un apoyo que le permitía una supervivencia precaria.

Stalin no estaba dispuesto a enviar —ni tenía capacidad para ello— material de las fábricas soviéticas en una cantidad suficiente que hubiera permitido a la República competir en condiciones de igualdad en el campo de batalla una vez que Italia y Alemania incrementaron su apoyo a Franco a finales de 1936. En 1937 la producción industrial soviética seguía sumida en una reorganización caótica, empeorada por las purgas, y durante toda la guerra española se mantuvo en unos niveles que a duras penas alcanzaban el 50 por 100 de lo publicado. Ante tal situación, resulta sorprendente que Stalin enviara la cantidad de material de producción soviética que llegó a la República. Era de alta calidad —sobre todo en el caso de los aviones y tanques— y, como hemos visto, fue vital para la supervivencia republicana, en especial al principio. Pero buena parte de la «ayuda soviética» que mantuvo a la República en marcha no provenía de sus fábricas, sino que se obtenía en otros lugares por mediación de la Unión Soviética, que actuaba como agente.

La República necesitaba la ayuda soviética porque la No Intervención le prohibía comprar material bélico por su cuenta en el mercado, por mucho que este embargo, que impedía



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