Besando ataudes by Ellen Schreiber

Besando ataudes by Ellen Schreiber

autor:Ellen Schreiber
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fantástico, Novela, Juvenil
publicado: 2004-12-31T23:00:00+00:00


10 El Convenio

Desperté sobre mi espalda, en la hierba mojada y fría, con gotas de lluvia que besaban mi cara, durmiendo como la Bella durmiente. El cielo plateado sostuvo una luna brillante, brillante. Un árbol delgado surgió sobre mí, sus ramas flacas, desnudas que alcanzan hacia mí con dedos parecidos a una bruja.

Me senté, mi dolor principal. Entonces lo vi. Una lápida sepulcral. Entonces otro. No uno, pero cientos. Vi el monumento de la baronesa. Yo estaba en el cementerio de Dullsville.

Cuando me elevé, me sentí mareada. Agarré mi equilibrio en un jalón de cementerio. Yo solía buscar la comodidad entre las lápidas sepulcrales, pero porque no estaba segura de como llegue aquí, estaba preocupada de marcharme antes de que yo terminara en una tumba en perfecto estado.

Jagger, llevaba puesto pantalones de carga negros con costuras rojas y una camiseta blanca engalanada con colores brillantes con las palabras el “PUNISHER” , no estaba de pie antes de mí.

-¿Cómo estás aquí? ¿Seguiste mi autobús?- Pregunté, aturdida.

-Estará todo terminado en sólo unos minutos.

-¿Qué mi vida? Olvídalo. ¡Conseguiré irme de aquí!

-No tan rápido.- Jagger agarró mi mano y comenzó a conducirme hacia el medio del cementerio. Traté de arrancar de él, pero su apretón era demasiado fuerte y mi fuerza había sido mermada de cualquiera de los medios que él solía conseguirme allí.

Yo me había movido sigilosamente en el cementerio de Dullsville muchas veces, e invariablemente del Viejo Jim, el conserje, y Luke, su Gran danés, que me perseguiría.

Ellos parecieron no estar en ninguna parte, ahora cuando mi vida dependía de ellos.

-Pensé que buscabas a Alexander,- dije, pero Jagger no me hizo caso y siguió tirándome hacia los monumentos y tumbas. Nos paramos en un ataúd cerrado puesto sobre un banco de cemento. Yo podría oír la música extraña, una mezcla de violines que lloraban y un clavicordio subyacente, que viene de una de las tumbas. En el ataúd, un candelabro vaciló entre las gotas de lluvia, la cera goteaba abajo su espina de estaño. Una copa medieval se sentó al lado de ello.

Esto pareció una escena de una boda gótica.

-¿Qué es esto?- Pregunté, mi niebla mental comenzaba a quitarse.

-Una ceremonia de convenio.

-¿Pero dónde están los invitados? No traje un regalo, - dije, vertiginosa de mi aturdimiento.

-La novia no lo tiene que hacer.

-¿Novia? ¡Pero no me he registrado aún!

Jagger no sonrió. En cambio él encendió una vela.

Unos metros lejos, vi una pala que estaba al lado de una tumba vacía, que relucía a la luz de la luna. Sostuve despacio, avanzando poco a poco mi camino a la pala hasta que el instrumento del conserje esté en mis pies.

Mi corazón golpeaba tan en voz alta, yo tenía miedo y Jagger lo oiría. Respiré hondo.

Cuando él centró el candelabro en el ataúd, me incliné y alcancé para el mango. Pero tan pronto como lo agarré, la bota de Jagger lo fijó a la tierra. Él estuvo de pie sobre mí cuando traté en vano de abrirlo con palanca de la tierra. En la lucha, la nueva pala brillante tembló, y unos trozos de la suciedad pegajosa cayeron la cabeza metálica.



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