Bacardi y la larga lucha por Cuba by Tom Gjelten

Bacardi y la larga lucha por Cuba by Tom Gjelten

autor:Tom Gjelten [Gjelten, Tom]
La lengua: eng
Format: epub
ISBN: 9781101574966
editor: Penguin Publishing Group
publicado: 2012-02-06T16:00:00+00:00


Los hombres de Batista en Santiago sabían cuán importante era Frank País para el Movimiento 26 de Julio y con su asesinato enviaron a la población local un mensaje intimidatorio. Su cadáver fue deliberadamente dejado en la calle para que todos lo vieran, yaciendo en un charco de sangre. Cuando la noticia de su asesinato se propagó, todo Santiago estalló en ira. El día que País fue sepultado, la ciudad completa cerró. Virtualmente todas las tiendas bajaron sus persianas al igual que las fábricas, incluyendo la Compañía Ron Bacardí. Como presidente de la Cámara de Comercio local, Daniel Bacardí defendió la huelga general. Durante cinco días los dueños de tiendas rehusaron abrir sus puertas y los trabajadores dejaron de asistir al trabajo. La acción fue enteramente espontánea. En esa época las huelgas eran ilegales en Cuba y al permanecer en sus casas, los trabajadores de Santiago desafiaron a los dirigentes de su propia dirección sindical, que aún estaba aliada a Batista.

El régimen prohibió que los medios de La Habana ofrecieran las noticias de la huelga de Santiago por temor a que se extendiera a la capital. Las autoridades estaban furiosas con los líderes cívicos y empresariales de Santiago por apoyar la huelga e hicieron todo lo posible para forzarlos a retractarse. Pepín Bosch estaba en México en el momento del asesinato de País y las operaciones de ron y cerveza en Santiago estaban en manos de Daniel Bacardí, quien se vio sometido a intensas presiones para que ordenara el retorno de los trabajadores a sus puestos. A pesar de todo rehusó y al tercer día de la interrupción de las labores la policía arrestó a Carlos, el hijo de Pepín Bosch, y lo detuvo en el cuartel de Moncada pensando que les daría cierta ventaja con la administración de Bacardí.26

Aunque en una ocasión le había dado doscientos dólares a un recaudador de fondos del M-26-7 para que comprara pistolas para la guerrilla de la Sierra Maestra, Carlos, de 31 años, casi no había tomado parte en actividades anti Batista. Conocido por sus familiares y amigos como «Lindy» desde el día en que siendo un niño fue presentado a Charles Lindbergh, el joven Bosch se había dedicado principalmente a la navegación, una actividad que compartía con su amigo Renato Guitart, uno de los jóvenes muertos en el ataque del Moncada. Aunque no fue maltratado durante su detención en las barracas de Moncada, la experiencia abrió los ojos de Lindy a la realidad de la represión de Batista. Ese verano, las barracas estaban abarrotadas de matones a sueldo, empleados por la policía militar para aterrorizar o asesinar a los opositores del régimen. Mientras Lindy estaba detenido en las barracas un grupo fue enviado para cumplir una «misión» especial en la ciudad. Cuando regresaron al cuartel esa misma noche Lindy oyó, sin proponérselo, a uno de los matones alardear de que se había cargado «a uno».27

La situación en Santiago era tan tensa como lo había sido desde el levantamiento en noviembre de 1956, con sus calles patrulladas por soldados armados.



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