Atracción inevitable by Leanne Banks

Atracción inevitable by Leanne Banks

autor:Leanne Banks [Banks, Leanne]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


Damien no habría dejado escapar esa oportunidad de oro para ver a Emma fuera del trabajo. Y, desde luego, no se parecía nada a su madre, una mujer simpática pero muy nerviosa que parecía incapaz de estar sentada durante más de cinco minutos.

—¿Quieres más vino, Damien?

Él señaló su copa, casi sin tocar. Había logrado tomar un par de tragos por educación, pero prefería el vino tinto o blanco, nunca una bebida rosada.

—No, gracias.

—Imagino que sabrás lo orgullosa que estoy de Emma. Siempre ha sido tan buena chica… Mucho más conservadora que yo, desde luego. Y mírala ahora, trabajando en MD. ¿Sabes que ha trabajado para los dos vicepresidentes?

—Sí, madre, lo sabe —murmuró Emma.

—Bueno, es normal que presuma de hija. Y ese vestido es precioso, por cierto. Te has hecho algo diferente en el pelo, ¿verdad?

—Mamá, creo que el señor Medici tiene que irse.

—No hay ninguna prisa —sonrió Kay—. ¿Tienes que irte, Damien? Si te preocupa la factura de la limusina, estoy segura de que a Emma no le importaría llevarte a casa.

Ella abrió la boca para protestar…

—No tengo prisa —sonrió Damien, arrellanándose en el asiento—. Bueno, cuéntame más cosas sobre la infancia de Emma.

—Era muy ahorradora, siempre lo ha sido. Te aseguro que esta chica puede hacer que hasta el cerdito de la hucha proteste por el sobrepeso —suspiró Kay—. Pero no siempre lo hemos tenido fácil, la verdad, así que me alegro de que sea así. Yo la llamaba diosa Hestia, ¿sabes por qué?

—Es la diosa del hogar, ¿no?

—Exactamente. Nos mudábamos continuamente, pero Emma siempre lograba crear un hogar estuviéramos donde estuviéramos. Qué vida. ¿Te acuerdas del poni que te compré unas Navidades?

Emma asintió.

—Sí, claro. Peanut.

—Le encantaba ese poni. Desgraciadamente, tuvimos ciertas dificultades económicas y sólo pudimos conservarlo durante un año.

Emma sonrió, entristecida.

—Ése fue uno de los años buenos.

—Siempre le han encantado los animales. ¿Cómo se llamaba el labrador que teníamos?

—Sheba, y era una golden retriever. Tuvimos que regalarla porque nos fuimos a un apartamento en el que no aceptaban mascotas.

—Me sorprende que no tengas un perro ahora que vives sola —dijo Damien.

—Estoy fuera de casa todo el tiempo, no sería justo.

—Siempre tan práctica —suspiró su madre—. Demasiado ocupada como para salir con ningún chico cuando iba al instituto. Demasiado ocupada para salir con ningún chico después. Me alegro mucho de que hayas salido esta noche, hija.

—No era una cita mamá —insistió Emma, levantándose—. Bueno, Damien, gracias otra vez.

—De nada —sonrió él, levantándose a su vez—. Tal vez tu madre podría ayudarte con las compras para este fin de semana.

—¿Este fin de semana? ¿Es qué te vas de viaje?

—Es un viaje de trabajo a South Beach para evaluar uno de los hoteles Megalos-De Luca, mamá. Tengo que comprar un par de cosas porque… en fin, vamos a hacernos pasar por unos clientes ricos.

—Le he dicho que pusiera los gastos en mi cuenta —dijo Damien.

—Ah, qué generoso. South Beach es un sitio muy romántico. Fui allí una vez con mi tercer marido —sonrió Kay—. ¿O era el cuarto?

—El cuarto —suspiró Emma—.



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