Atlas de la España imaginaria by Julio LLamazares

Atlas de la España imaginaria by Julio LLamazares

autor:Julio LLamazares [LLamazares, Julio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2014-12-31T16:00:00+00:00


«Digo, pues, que con todo su acompañamiento llegó Sancho a un lugar de hasta mil vecinos, que era de los mejores que el duque tenía. Diéronle a entender que se llamaba la ínsula Barataria, o ya porque el lugar se llamaba Baratario, o ya por el barato con que se le había dado el gobierno. Al llegar a las puertas de la villa, que era cercada, salió el regimiento del pueblo a recibirle; tocaron las campanas, y todos los vecinos dieron muestras de general alegría, y con mucha pompa le llevaron a la iglesia mayor a dar gracias a Dios, y luego con algunas ridículas ceremonias le entregaron las llaves del pueblo y le admitieron por perpetuo gobernador de la ínsula Barataria…».

Así describe Miguel de Cervantes en el capítulo XLV de la segunda parte del Quijote la llegada de Sancho Panza a su anhelada ínsula Barataria, el lugar con cuya promesa el loco hidalgo manchego le había convencido para que lo acompañara en sus aventuras y que al fin veía cumplirse. ¡Quién le iba a decir a Sancho, después de tanto esperar su ínsula, que esta iba a hallarla a orillas del río en el que apenas unos días antes había estado a punto de morir al zozobrar la barca a la que don Quijote y él se subieron recién llegados a él, tras dejar a Rocinante y a su rucio atados a unos sauces de la orilla, para ir en ayuda «de algún otro caballero o de otra necesitada y principal persona que sin duda debía de estar en una grande cuita»!

Según escribió Cervantes, don Quijote y Sancho Panza habían llegado a Aragón a fin de participar en unas justas que se anunciaban en Zaragoza y lo habían hecho siguiendo el curso del río Jalón desde su manantial en tierras de Soria, cerca de Medinaceli, hasta su confluencia con el río Ebro, aguas arriba de la capital. Allí, aparte del chapuzón sufrido y del naufragio del que los salvaron unos molineros y pescadores del río que andaban cerca, la fortuna les hizo coincidir, apenas reanudado su camino por la orilla, con unos cazadores a cuyo frente iban unos duques que, «por haber leído la primera parte desta historia [Cervantes se refiere a su Quijote, claro está], en seguida los reconocieron y, con grandísimo gusto y con intención de divertirse a su costa, les invitaron a su palacio».

El palacio aún sigue en pie y todavía es posible reconocer en él las descripciones de Cervantes, que comprenden varios capítulos de la novela, los que don Quijote y Sancho pasaron al amparo de los duques, dedicado el primero a sus tribulaciones y fantasías (que los sirvientes de los duques y estos mismos alentaban) y el escudero a comer y a beber cuanto le ofrecían mientras trataba de escabullirse a las bromas de aquellos. Bromas y chanzas que se suceden durante varios días y que llevan a don Quijote y Sancho a volar en el fantástico caballo de madera Clavileño o a recibir



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