Así fue Auschwitz by Primo Levi

Así fue Auschwitz by Primo Levi

autor:Primo Levi [Primo Levi]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788499424682
editor: Grupo Planeta
publicado: 2015-10-17T16:00:00+00:00


Primo Levi

[1979]

AQUEL TREN HACIA AUSCHWITZ

Querida Rosanna:

Aunque no tengo (todavía) el placer de conocerte en persona, me siento amigo tuyo y en muchos sentidos muy cercano a ti. Me pides, para tu revista Los Otros, un testimonio de la época en la que yo, al igual que todos los judíos de la Europa ocupada por los nazis, fui tachado como «el otro», es decir, condenado a la condición de extraño o, mejor dicho, a la de enemigo. Creo que esta condena, que equivale a la expulsión del cuerpo de la «gente normal», siempre se lleva a cabo desde fuera, que nadie, o casi nadie, se siente o se convierte en «el otro» espontáneamente, por lo que siempre resulta dolorosa. Muy dolorosa, aunque al principio menos trágica que en otros lugares, resultó esta condena para los judíos italianos, precisamente porque no eran «los otros» ni como tales se sentían: llevaban fusionados con el resto de la nación cientos o miles de años, tenían las mismas costumbres, lenguaje, defectos y virtudes que el resto de los italianos, y en concreto, cara al fascismo, se habían comportado como los demás, es decir, mostrando una aceptación resignada o escéptica, entusiasta solo para unos pocos. En 1938, es decir, en la época de la promulgación de las leyes raciales en Italia, yo tenía diecinueve años y era estudiante: la separación de mis compañeros y amigos no judíos me resultó penosa, pero (al menos para mí) no humillante. Las acusaciones que se leían en los periódicos, contra todos los judíos italianos, eran demasiado grotescas para resultar creíbles, y de hecho, hallaron escaso eco entre el público, incluso entre los fascistas más convencidos: el pueblo italiano, en ese aspecto, se demostró poco dispuesto a aceptar la patente de superioridad sobre los judíos que las leyes raciales gratuitamente le conferían. Como muchos en mi condición, reaccioné de forma más o menos consciente ante las insulsas acusaciones de la propaganda construyéndome una conciencia, o mejor dicho un orgullo minoritario, que previamente no poseía.

Las cosas empeoraron bruscamente en septiembre de 1943, cuando el norte de Italia fue ocupado por las tropas alemanas. En todas las ciudades italianas se desató una auténtica caza al hombre: brigadas policiales, alemanas y por desgracia también italianas, rebuscaban en los refugios donde se escondían los judíos que no habían podido o querido salir del país, a menudo tras las denuncias facilitadas por algún delator a sueldo. De alrededor de 35.000 judíos presentes en Italia, se localizó a 8.000, y fueron precisamente los más indefensos e incautos, los pobres, los enfermos, los ancianos carentes de ayuda. En esto, lo cierto es que la persecución nazi fue de una ferocidad sin parangón: en esa totalidad absurda de la masacre, que no retrocedía ni siquiera ante los moribundos y los niños.

Yo fui detenido como partisano, en Valle de Aosta, pero inmediatamente se me reconoció como judío. Me llevaron en un primer momento al campo de tránsito de Fossoli, en las cercanías de Módena; desde allí, a finales de febrero de 1944, a Auschwitz, pero ese nombre hoy terrible era desconocido en aquel momento para todos.



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