Asesino De Sombras by Val Mcdermid

Asesino De Sombras by Val Mcdermid

autor:Val Mcdermid [Mcdermid, Val]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: prose_contemporary, det_police
ISBN: 9788478711468
editor: www.papyrefb2.net
publicado: 2011-09-04T22:00:00+00:00


CAPÍTULO 32

Steve alargó un brazo bruscamente para evitar que se cerraran las puertas del ascensor. Se abrieron de nuevo, entró y se encontró cara a cara con la detective Joanne Gibb.

—Buenos días, Joanne —dijo.

—Buenos días, jefe. ¿Puedo preguntarte qué tal te fue con la humillación?

Steve hizo una mueca.

—Digamos que vamos por el buen camino. La doctora Cameron me pondrá en contacto con uno de sus alumnos de doctorado, que realizará el análisis. Si puedo encontrar dinero para pagarle.

—Podría tratarse de un progreso real —comentó Joanne—. Espero que el comandante Telford vea que tiene sentido seguir esta pista.

Steve sonrió.

—Creo que conseguiré que comparta nuestra opinión. —El ascensor se detuvo abruptamente en su planta—. Deséame suerte. Os veré a ti y a Neil en mi despacho dentro de quince minutos.

Avanzó por el corredor, pasando puertas sin rótulos hasta llegar al despacho de su superior inmediato. Steve golpeó con los nudillos y esperó a que le invitaran a entrar. El comandante David Telford estaba sentado detrás del escritorio más ordenado del edificio.

No había ni un sólo trozo de papel suelto sobre la superficie pulida. Los bolígrafos dentro de un recipiente metálico, un bloque de papel al lado del teléfono, y eso era todo. En las paredes sólo colgaban los diplomas enmarcados de Telford y su certificado de estudios empresariales de la Universidad de Aston.

—Siéntate, Steve —dijo, con cara seria.

Estaba decidido a desterrar de la memoria colectiva de la Policía Metropolitana la idea de que cualquiera que no fuera Steve Preston tenía la culpa del fiasco con respecto a Francis Blake. Eso lo sabía Steve, y también que por esa razón Telford —o Teflón, como le llamaban los de rango inferior—seguía tratándolo como si fuera una especie de apestado.

—Gracias, señor.

A veces le desmoralizaba jugar a aquel juego, pero a Steve le importaba demasiado coger a los criminales como para considerar en serio otra alternativa.

—¿Sigues sin hacer progresos?

La pregunta de Telford implicaba la respuesta que quería oír. A él le importaba más su imagen que la justicia. Steve lo sabía. Encontrar al asesino de Susan Blanchard no era prioritario en su agenda.

Era preferible que su equipo nunca encontrara al asesino verdadero para que el mundo pudiera seguir pensando que Francis Blake había escapado de las manos de la Policía Metropolitana por culpa de una jueza, y no a causa de su propia operación.

—Al contrario, señor. Creo que hemos abierto una nueva línea de investigación. —Steve repasó, con muchísimo cuidado, las nuevas pruebas relacionadas con el ciclista y lo que había encontrado Joanne en los archivos—. Ahora necesito una autorización presupuestaria para encargar un perfil geográfico basado en este grupo de casos y así poder descubrir sospechosos que sean verosímiles —concluyó.

Telford hizo una mueca.

—Todo esto es un poco endeble, ¿no te parece? No hay ninguna prueba clara, ¿verdad?

—Desde el principio, el problema con este caso ha sido la ausencia de pruebas claras, señor. La ausencia de forenses en la escena del crimen, la carencia relativa de testigos, la falta de una relación aparente entre el asesino y la víctima.



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