Arquímedes, el del teorema by Jorge Alcalde Lagranja

Arquímedes, el del teorema by Jorge Alcalde Lagranja

autor:Jorge Alcalde Lagranja [Alcalde Lagranja, Jorge]
La lengua: spa
Format: epub, azw3
Tags: Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2016-12-31T16:00:00+00:00


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Andrés Vesalio, el ladrón de huesos

Desde que el ser humano es ser humano, un mal le acompaña en lo más profundo. Bueno, puede que no sea en lo más profundo, pero es en ese lugar en el que los clásicos decían que se pegaba el frío y la humedad del invierno, en la estructura perfecta que nos sostiene y que, de cuando en cuando, se quiebra produciendo auténticos suplicios. Y es que al ser humano le duelen los huesos desde tiempos inmemoriales. Algunos restos fosilizados de neandertales demuestran que estos ya padecían un mal en su esqueleto que en 1876 fue bautizado como síndrome de Paget. Se trata de una enfermedad que afecta al 2 por ciento de los humanos, sobre todo a varones jóvenes, y que va acompañada de un intenso dolor óseo. Así que parece que nuestra especie ha vivido acostumbrada a las incomodidades que proporciona un mal estado del andamiaje con el que se enfrenta a la fuerza de gravedad.

No es extraño, por lo tanto, que este corolario de estructuras duras y articuladas, este tejido prodigioso que es la osamenta haya provocado la fascinación de los más ancianos sabios de nuestra especie.

En 1543, el padre de la anatomía, Andrés Vesalio, publicó su magna obra De humani corporis fabrica, uno de los esfuerzos más generosos, obsesivos, románticos y productivos por compilar los conocimientos anatómicos atesorados por la humanidad hasta entonces. Repasar sus páginas, contemplar la pureza de sus dibujos, preñados a un tiempo de exactitud y de ingenuidad, e imaginarse las largas noches de disección de cadáveres, a la luz de los candiles, sobre cuerpos a veces encontrados como médico, a veces cedidos por los jueces de entre los ajusticiados y, a veces, simplemente robados con toda suerte de cohechos y sobornos, es un ejercicio de memoria literaria más que científica.

Entre las letras y los trazos de este portento de la historia de la medicina, se encuentran descripciones que dan buena cuenta de la pasión de Vesalio por el objeto de su estudio. Por ejemplo, la explicación de los métodos utilizados para extraer, componer, articular y dibujar esqueletos humanos.

En tiempos de la publicación de este libro, los anatomistas y diseccionadores usaban un método harto complicado. Había que colocar los restos dentro de una caja perforada bajo un chorro de agua limpia durante varios días. De la caja pasaban a la mesa de operaciones donde se descarnaban con un cuchillo los fragmentos de músculo más pegados al hueso con sumo cuidado para que los ligamentos y las articulaciones no fueran dañadas. El siguiente paso consistía en colocar los restos al sol cambiando la postura a medida que los ligamentos se iban desecando.

Vesalio siempre consideró este método arcaico, pesado e inútil. Además, renegó de los muchos inconvenientes que la desecación al sol producía para el correcto manejo de las articulaciones y los ligamentos en lecciones de anatomía. Por el contrario, estableció un sistema de extracción de esqueletos rápido (en apenas siete horas acababa la tarea) y eficaz. Consistía, fundamentalmente, en macerar los restos de osamentas en agua hirviendo.



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