Ángel tentador by Julia London

Ángel tentador by Julia London

autor:Julia London [London, Julia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1999-01-01T00:00:00+00:00


* * *

Al bajar la escalera al día siguiente, Marlaine se alegró de ver que unos débiles rayos de sol se habían colado por entre las nubes. Todos necesitaban un poco de luz solar para ahuyentar la tristeza. Aunque la abuela no había mejorado durante la noche, tampoco había empeorado, y el doctor había dicho que eso era lo más importante.

Se dirigió al comedor, hambrienta por primera vez en días. La complació ver a Alex allí, leyendo el periódico, con los restos de un desayuno que no se había terminado a un lado.

—Buenos días —saludó ella, sonriente.

Él levantó la vista y forzó una sonrisa.

—Buenos días.

—La abuela está igual —le comunicó, y su sonrisa empezó a desvanecerse—. Pero el médico dice que, si no empeora por la noche, será buena señal.

—Ah, eso es una noticia estupenda. —Siguió leyendo el periódico.

Volvía a levantarse un muro invisible entre los dos, pensó Marlaine, luego se acercó al aparador y, despacio, se sirvió unos huevos y unas tostadas. Alex llevaba algún tiempo distante con ella, pero, claro, todos habían estado sometidos a mucha presión. Los preparativos para una boda de semejante envergadura siempre resultaban agotadores y, si a eso se unía la crisis familiar… Vaya, que era difícil para todos.

—¿Quieres algo? —le preguntó.

—No, gracias —masculló él oculto tras el diario.

Encogiéndose de hombros, Marlaine se sentó a su derecha.

—¿Has visto a papá esta mañana?

—Ha ido a las cuadras, creo —contestó Alex sin levantar la vista—. Me ha dicho que hay una yegua a punto de parir —murmuró, distraído.

Marlaine dejó los huevos a un lado y cogió una tostada, trastornada por sentirse tan… insignificante. Decidida a demostrarse a sí misma que se equivocaba, lo intentó una vez más:

—¿Qué lees?

Él la miró brevemente de reojo, impaciente, le pareció a Marlaine.

—Las noticias comerciales.

—Ah —murmuró ella, y le dio un mordisco a la tostada mientras estudiaba el perfil de Alex. Lo veía raro, aburrido, quizá. Algo inquieto. En realidad, era la misma cara de intranquilidad que exhibía desde hacía días, como si estuviese esperando algo. Marlaine meneó la cabeza, disgustada por sus pensamientos. Claro que estaba intranquilo. Todos lo estaban, esperando a que la abuela mejorara u ocurriese lo peor. No era de extrañar que Alex tuviese los nervios disparados; a fin de cuentas, apenas conocía a la abuela. Había ido a Tarriton a acompañarla, se recordó, y ella casi no le había hecho caso. Necesitaba distraerlo.

—Mamá me ha dicho que lord y lady Harris estarán en París para la boda. Lord Harris tiene algunos negocios que no puede posponer —dijo nerviosa, esparciendo los huevos por el plato.

—Ah, bueno, seguro que ya han ido a bodas para toda su vida —respondió él, indiferente, y pasó la página.

—Lady Harris nos ha regalado un bonito juego de vasos de oporto por la boda. Son de un cristal muy pesado, y mamá dice que ése sólo lo venden en Bélgica.

Los huevos ya estaban esparcidos por todo el plato, a pesar de las tostadas.

—Mmm. Un gran detalle.

Una vaga sensación de miedo empezó a apoderarse de Marlaine, y no era la primera vez que le ocurría.



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