Andrzej Sapkowski by Geralt de Rivia VIII Camino sin Retorno

Andrzej Sapkowski by Geralt de Rivia VIII Camino sin Retorno

autor:Geralt de Rivia VIII, Camino sin Retorno [Geralt de Rivia VIII, Camino sin Retorno]
La lengua: eng
Format: epub
publicado: 2012-08-12T16:13:28+00:00


6 Paulina Braiter, traductora de ciencia-ficción, hoy conocida periodista

de un importante periódico de Varsovia. Pawel Ziemkiewicz, escritor y

traductor. (N. del T.)

está más enterada de todo, mi editor polaco Miroslaw Kowalski,

no muy alegre a causa de la lentísima marcha de la escritura

del último tomo, mostró su asombro de que todo fuera tan

despacio. «Pues si ya tienes el último capítulo», dijo un día. Y el

nombre de las personas a las que la falta de boda en el

epílogo de la saga dejó completamente sorprendidas es legión.

Sin embargo, el lector atento observará en "Algo termina, algo

comienza" ciertos fragmentos de textos que vinculan de algún

modo el cuento con la saga. Se trata de una prueba decisiva

de que la Saga de Geralt de Rivia fue escrita siguiendo un plan

preciso y que, pese a las habladurías, no fue escrita

caóticamente como si se tratara del desarrollo de un juego de

rol que se termina cuando el autor empieza a aburrirse. Basta

con comparar las fechas: "Algo termina, algo comienza" fue

escrita al final del año 1992, y apareció en El enano rojo en el

año 1993. El primer tomo de la saga propiamente dicha, La

sangre de los elfos, se publicó en el año 1994. Sin embargo, el

último tomo, en el que se habla de la masacre en las escaleras

durante la que los cabellos de Ciri se vuelven blancos, fue

escrito y publicado en el año 1999.

A todos los recién casados y especialmente a dos de ellos

I

El sol se colaba con sus tentáculos de fuego por las rendijas de

las contraventanas, atravesaba la habitación con oblicuos rayos

de luz que palpitaban a causa del polvo que flotaba en el

espacio y derramaba manchas claras sobre el suelo y las pieles

de oso que lo cubrían. Uno de sus destellos se reflejó cegador

en la hebilla del cinturón de Yennefer.

El cinturón de Yennefer yacía sobre un zapato de tacón. El

zapato de tacón yacía sobre una camisa blanca con volantes y

la camisa blanca yacía sobre una falda negra. Una media negra

colgaba del brazo de un sillón, labrado en forma de cabeza de

quimera. La otra media y el otro zapato no se veían por ningún

lado. Geralt suspiró. A Yennefer le gustaba desnudarse deprisa y

con pasión. Tenía que empezar a acostumbrarse a ello. No le

quedaba otra salida.

Se levantó, abrió las contraventanas, echó un vistazo. Una

neblina surgía de un lago sereno como la superficie de un

espejo, las hojas de los abedules y los alisos ribereños brillaban

cubiertas de rocío, los prados más lejanos estaban ocultos por

una niebla densa y baja que colgaba como una tela de araña

justo por encima de la punta de la hierba.

Yennefer se removió bajo la manta, murmuró algo ininteligible.

Geralt suspiró.

—Hermoso día, Yen.

—¿Eh? ¿Qué?

—Hermoso día. Un día extraordinariamente hermoso.

Ello lo sorprendió. En vez de maldecir y cubrir su cabeza con la

almohada, la hechicera se sentó, se colocó los cabellos con los

dedos y comenzó a buscar entre las sábanas su camisón. Geralt

sabía que el camisón estaba al otro lado de la cabecera de la

cama, donde Yennefer lo había arrojado la noche anterior. Pero

no dijo nada. Yennefer no aguantaba tales consejos.

La hechicera maldijo por lo bajini, dio una patada a la manta,

alzó la mano y extendió los dedos.



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