Amores que matan by Isabela Simon Duarte

Amores que matan by Isabela Simon Duarte

autor:Isabela Simon Duarte [Duarte, Isabela Simon]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: prose_contemporary
editor: Random House Mondadori, S. A
publicado: 2014-03-08T00:00:00+00:00


7

Definitivamente, mi mente racional no entendía la mentira y parecía que esta iba a ser un denominador común en nuestra relación. Así que sin darme cuenta empecé a sospechar de todo. Aunque en circunstancias normales jamás habría fisgoneado en los asuntos de mi pareja, una tarde no pude evitarlo. Mario se había dejado el ordenador abierto y en la pantalla se podía ver el contenido de un mensaje que había enviado. Lo leí. Le contaba a un amigo de España un montón de mentiras, como que estaba trabajando en una importante naviera, que se había comprado una casa adosada y que teníamos tres empleadas domésticas, que Claudia y Adrián tomaban clases particulares de tenis, etc. «¡Esto es el colmo!», pensé, así que lo llamé.

—Mario, ¿puedes venir a explicarme qué es esto? Lo dejaste abierto y lo leí. ¿Qué explicación tienes para esto? ¿Acaso es tan importante para ti que los demás piensen que eres rico o tienes miedo a que te rechacen por ser una persona normal que tiene una vida normal y sencilla?

—Isabela, no te enfades, eso son tonterías y exageraciones que uno dice a veces. Además, lo hice para que no se preocuparan por nosotros y vieran que nos iba bien.

—Es decir, que si les dices a tus amigos que tienes solo una empleada y que estás viviendo en un piso y que Claudia y Adrián no toman clases de tenis, que es la pura verdad, ¿se van a preocupar por si nos va mal? Creo que has perdido la noción de lo que es verdad y mentira, y lo peor de todo es que se lo estás enseñando a los niños. Claudia dice muchas mentiras también, llegará un punto en que no confiaré en ninguno.

Este tipo de mentiras me preocupaba. Pensaba que quizás el propio Mario se las creía o incluso que podía ser la punta del iceberg y que en el fondo se escondía una persona con problemas psicológicos o emocionales graves. Solo el tiempo me lo diría. Por el momento tuve que admitir que mi hermana estaba en lo cierto cuando me advirtió, después de la comunión de mi sobrino, que Mario era un mentiroso compulsivo. Pero a pesar de eso, a pesar de todos los análisis que hacía y todas las sospechas, yo lo amaba, así que trataba de creerle cuando me decía que no me volvería a mentir.

Mario era muy detallista conmigo. Siempre me sorprendía con algún regalo. Quizás era su manera de compensar todas sus mentiras y de mantenerme enamorada. Cuando se trataba de comprar no tenía límites, no escatimaba nada. Yo insistía en que no tenía que regalarme nada, o por lo menos nada caro.

A veces me chocaba un poco el estilo de vida que quería llevar, a un nivel más alto del que nos podíamos permitir. Cuando llegó la hora de comprar un coche para él, quería que comprásemos un Audi o un Mercedes. Al principio pensé que lo decía en broma, pero hablaba completamente en serio. Tuve que convencerle de que no era una buena idea endeudarse tanto solo para llevar una marca.



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