Algunos días de abril (Inspector Mascarell 14) by Jordi Sierra i Fabra

autor:Jordi Sierra i Fabra
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788401029943
editor: LIBRANDA RANDOM
publicado: 2023-02-21T00:00:00+00:00

22

A veces parecía que llevaban semanas, meses, sin pisar el bar. El recibimiento de Ramón nunca menguaba en su entusiasmo. Lo manifestaba cuando él iba a desayunar algunas mañanas, pero cuando entraban todos…

—¡La familia! —Los recibió con los brazos abiertos.

Desde su cochecito, Raquel le miraba siempre con expresión embobada.

—¿De paseo? ¿De merienda tardía? ¿De cena temprana?

—Cena —dijo Miquel.

—Señora Patro, si se dedicara al cine… ¡vería todas sus películas!

—Vengo a cenar y me ve gratis, ¿no?

—¡También es verdad! —Se echó a reír—. ¡Hala, pasen, siéntense en aquella mesa que está recogida! ¡Los atiendo enseguida, voy a ver qué tiene mi parienta ahora mismo en los fogones!

Ocuparon la mesa, dejando a Raquel en el cochecito. No hizo ningún ademán para que la sacaran de él. Cosa rara. Cuando estaba en el bar de Ramón, siempre quería ver lo que sucedía y lo miraba todo con los ojos muy abiertos. El hombre regresó casi al momento, frotándose las manos.

—¡Hay cocido, y unas croquetas…! —Se llevó los dedos de la mano a los labios—. También tengo bonito en escabeche, sardinas que anoche todavía nadaban y ensaladilla nacional. —Le guiñó un ojo a Miquel.

Dejó que Patro pidiera. Había comido bien y, la verdad, aún estaba falto de hambre porque era más temprano que de costumbre. Ramón no tomó nota. Nunca la tomaba. Lo memorizaba todo y listos. En su caso era poco, pero en ocasiones atendía a media docena de clientes, cada cual con lo suyo, y nunca fallaba un solo plato.

Cuando acabaron de pedir, siguió junto a ellos.

—¿Sabe que estoy pensando en irme a Madrid a ver la final de Copa?

Miquel no supo si reír.

—¿Te vas a ir a Madrid a ver un partido de fútbol?

—¡Que no es «un partido», hombre, que es la final! ¡Después de ganar la Liga como la hemos ganado, sin despeinarnos, el Barça va a hacer historia!

—¿Y si pierden?

—¡Qué van a perder, que van a perder! ¿Con Kubala, César, Basora…? ¡El Barcelona lo va a ganar todo los próximos diez años! ¡Las Corts se va a quedar pequeño!

Miquel hizo memoria.

—Oye —le dijo a Ramón con el ceño fruncido—. Yo no estoy al día que digamos, pero o mucho me equivoco o todavía están jugando y no hay finalistas, ¿verdad?

—¡Que llegamos a la final, maestro, que se lo digo yo! Y si me decido a ir, mejor hacerlo todo cuanto antes, que luego suben los precios.

—Ya sabes que la Copa la da Franco, ¿no? —bajó la voz.

—¡Miraré únicamente con un ojo, el del lado del jugador que la reciba! —Se encogió de hombros de manera divertida. Pareció dispuesto a irse pero se detuvo—. ¿Está bien, maestro?

—Sí, ¿por qué?

—Parece cansado.

—El trabajo.

—¡Qué trabajo ni qué…! —Le vio la cara al «maestro» y prefirió callar. Entrechocó las manos, movió la cabeza en señal de resignación y se retiró con su paso vivo mientras murmuraba algo para sí mismo.

—Es un caso —comentó Miquel.

—Ojalá todo el mundo fuera tan optimista y vital como él —dijo Patro.

—Tú sí que eres positiva.

—¿Cómo no voy a serlo?

—Desde que eres madre…

Patro se acercó a él, le cogió una mano y le besó en la mejilla.

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