Air. La historia de Michael Jordan by David Halberstam

Air. La historia de Michael Jordan by David Halberstam

autor:David Halberstam [Halberstam, David]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Duomo ediciones
publicado: 2020-09-06T22:00:00+00:00


18

Detroit, década de 1980

El problema para los Bulls era que había otro equipo que se había formado justo un poco antes y que estaba retando la hegemonía de los tan cacareados Celtics de Bird, Parish y McHale. Eran los Detroit Pistons, liderados por Isiah Thomas, Bill Laimbeer y Adrian Dantley. Los Pistons eran un equipo muy duro y fuerte (en aquel momento los llamaban con el apodo «los Chicos Malos», lo que incomodaba a algunos de los ejecutivos de la NBA), y jugaban con un estilo extremadamente agresivo que parecía un desafío a la propia naturaleza del arbitraje del juego. «Detroit era nuestra cruz», dijo una vez Johnny Bach, el entrenador ayudante de los Bulls. Hasta que vencieran a los Pistons, los Bulls no podrían ni soñar con llegar a las finales.

Los Pistons se habían formado solo unos años antes que los Bulls, reunidos con gran habilidad por sus dos coarquitectos, Jack McCloskey, el director general, y su íntimo amigo Chuck Daly, el entrenador. Cuando los Bulls empezaron a elevar el nivel de su juego, vieron que los Pistons llevaban la delantera y estaban un poco más cohesionados, eran un poco más intensos, un poco más físicos, y estaban un poco más decididos y concentrados en su juego. Aunque en la temporada 1987-1988 los Bulls añadieron dos jugadores excepcionales a su débil núcleo, fue el año en que los Pistons habían reclutado a John Salley y Dennis Rodman para su fuerte núcleo. La sombra que se proyectaba sobre el Chicago Stadium cuando los Bulls empezaron a mejorar no era la de Larry Bird y los Celtics ni la de Magic Johnson y los Lakers, sino la de Isiah Thomas y los Pistons.

La ascensión de los Pistons empezó en 1981 cuando, eligiendo en segundo lugar, eligieron a Isiah Thomas, de Indiana. Era pequeño, registrado como de un metro ochenta y cinco (aunque quizá fuera aún un poco más bajo en realidad), tenía un inmenso talento, era inteligente y sin nada de miedo. Si hubiera medido dos metros, dijo el relaciones públicas Matt Dobek, habría sido Michael Jordan. Dallas tenía el primer puesto para elegir en aquel draft , pero Thomas intentó deliberadamente alejar al director del Dallas durante una visita previa al draft , diciendo que no tenía interés en jugar allí; en sus inmortales palabras, a él no le iba «esa mierda de vaqueros». La jugada le salió bien, y la dirección de los Mavericks, sintiéndose despreciada, eligió a Mark Aguirre en vez de a él. Si Thomas no hubiera espantado a la dirección de Dallas, y si los Pistons hubieran elegido a Aguirre (un jugador con talento, pero no arrollador), los Pistons nunca hubieran llegado a la cima.

Thomas intentó que tampoco lo eligiera la dirección de Detroit, pero Jack McCloskey lo había calado demasiado bien. Thomas era el tipo de base en torno al cual se podía construir un equipo, pensaba McCloskey. «Pero yo no quiero jugar ahí», le había dicho a McCloskey en su primer encuentro. «Yo quiero jugar en el equipo de Chicago».



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