¿De qué se rie Dios? by Deepak Chopra

¿De qué se rie Dios? by Deepak Chopra

autor:Deepak Chopra [Chopra, Deepak]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Autoayuda, Espiritualidad
editor: ePubLibre
publicado: 2009-10-01T00:00:00+00:00


6

La exaltación de Mickey no se desvaneció por completo al avanzar por la autopista. Sentía ligera la mente y se obligó a prestar atención al camino. Cada vez que el Sunset Boulevard describía una curva, parecía como si el auto se convirtiera en un planeador. Como si pudiera volar en el aire y atrapar la siguiente brisa.

—Esto es irreal —murmuró Mickey con suavidad.

—Es más irreal no sentirse así —dijo Francisco—. Éste es el gozo de tu alma. Absórbelo.

Mickey miró por la ventanilla la fila de automóviles que corrían en ambas direcciones y las hermosas casas de estuco a los costados del bulevar. Había escuchado hablar de las experiencias extracorpóreas y se preguntó si ésta era una de ellas. Ninguno de los dos hombres pronunció palabra y tal parecía que la cinta asfáltica se extendería hasta el infinito. El Sunset Boulevard se dirigía hacia el océano. El sol del oeste brilló en los ojos de Mickey y su resplandor lo obligó a entrecerrarlos.

—Ya voy en descenso. Puedo sentirlo —dijo.

Francisco volvió la cabeza en su dirección.

—No te preocupes. Flota un poco más. No hay prisa para aterrizar.

Mickey continuó con la sensación de que no conducía el auto sino que sólo miraba cómo se alargaba el camino. Sin embargo, poco a poco recuperó lo que pensó que era la cordura.

—¿Por qué me sucede esto? —preguntó y miró a Francisco—. En verdad necesito saberlo.

—Yo sólo hago mi parte —dijo Francisco—. Es como un juego de niños. Yo te encontré justo como alguien me encontró a mí.

Ésta era la primera ocasión en que el extraño hacía referencia a su vida personal y Mickey aprovechó la oportunidad para indagar al respecto.

—¿Alguien se acercó a ti en la playa?

—No. En el trabajo. Yo era constructor. Un extraño se me presentó en la construcción. Yo me sentí molesto pero eso perdió importancia muy pronto —Francisco notó la curiosidad en los ojos de Mickey—. Nada de lo anterior tiene importancia. Ya lo verás.

Una hora antes, esa aseveración hubiera asustado a Mickey. Cierta parte de él había aceptado el proceso pero otra parte había mantenido viva la creencia de que podría volver a su vida normal en cuanto así lo quisiera. Sin embargo, lo que él consideraba normal ya había cambiado y no estaba asustado.

—¿El proceso dura toda la vida? —preguntó.

—Sí, pero el cambio continúa. Cuando yo comencé, sentí tanto miedo como tú. Me resistí tanto como pude a pesar de no tener un ego tan inflado como el tuyo. No te ofendas. Y no te preocupes. Cuando el proceso termine, eso también desaparecerá.

De pronto, esa perspectiva se convirtió en la mejor noticia que Mickey jamás había recibido.

—Quiero lograrlo —dijo—. ¿Podemos acelerar las cosas?

Francisco parecía divertido.

—Podrías chamuscarte las cejas o derretir tus alas. Ten cuidado.

—¿Tú fuiste cuidadoso?

Francisco meneó la cabeza:

—No, yo me salí del camino durante un tiempo. Mi guía estaba preocupado.

Ahora que habían llegado a la playa, Mickey esperaba girar hacia el sur, la dirección hacia donde se encontraba su casa. Francisco señaló un supermercado en una esquina.

—Estacionémonos aquí.

Mickey se salió de la autopista y estacionó el auto.



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