Acero mortal by Anne R. Aband

Acero mortal by Anne R. Aband

autor:Anne R. Aband [Aband, Anne R.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2024-04-25T00:00:00+00:00


11

Brandon

¿Realmente es una vendida? Cuando se va con la mujer, se me cae el mundo a los pies. Al verla, creo recordar su nombre, Rhonda Pearson, sí, se nos escapó hace unos años en una operación que hicimos contra su organización. Intento ir con ella, siento esa fiereza por protegerla, por mucho que ella no lo necesite. Un tipo me empuja y me dejo llevar, aunque empezaría a dar de hostias hasta que me metieran un tiro, algo que realmente no tendría mucha utilidad.

Me llevan a un almacén y me encadenan de las muñecas. Ya sé lo que viene ahora. Estoy entrenado pero no será agradable.

Un tipo delgaducho y con el rostro impasible coge unas tijeras y corta mi camiseta. Me revuelvo, pero otro pone una pistola debajo de mi mandíbula, sonriendo con maldad.

—¿Qué pasa, nunca habíais visto un hombre de verdad o qué? —digo y el tipo pequeñajo suelta una risita.

—Pareces muy machote, poli, pero ya verás cuando acabe contigo.

Lo primero que hace es ponerme una inyección. Es posible que sea una droga neuronal, tipo pentotal sódico, aunque eso nunca ha funcionado. Pero me atonta y me hace sentirme mareado. Siento un sabor metálico en la boca. Es algo distinto.

El primer puñetazo llega sin avisar. El tipo de la pistola me ha dado en el hígado y eso duele.

—Esto por mi hermano, al que matasteis en la redada.

—Tu… hermano… sería un hijoputa como tú —consigo decir. Y claro, recibo otro puñetazo, pero eso hace que mi mente se aclare—. Te… reunirás pronto… con él.

Recibo una buena tunda hasta que el flacucho detiene al tipo, descamisado y sudando. Creo que tengo algo roto por ahí dentro.

—No vamos a darle golpes, lo que quiero es que me diga dónde tiene su sede y los nombres de sus compañeros.

—Tú sueñas —escupo casi.

—Ya me lo imaginaba y será todo un placer torturarte hasta que hables. Todos hablan, ¿sabes? Nadie se resiste.

Entonces empieza a jugar conmigo. Se ve su grado de sadismo cuando aplica cuchillas, líquidos que abrasan y demás en mi cuerpo. Grito, sin poder evitarlo, hasta que caigo medio desmayado. No sé cuánto tiempo ha pasado, pero ella aparece.

No la escucho apenas, estoy colgando de las cadenas y creo que voy a morir. Al menos, la veré por última vez. Joder, podría… quizá… si salgo de esta…

—No sé si me oyes, pero te sacaré de aquí —susurra y se marcha.

—Cambio de planes —dice otro tipo—. Soltadlo, nos lo llevamos a Nueva York. Iremos en el tren.

—¿Y eso? ¿Rhonda no quiere sonsacarle?

—Dice que tiene algo mejor. Así que tienes que mantenerlo vivo un día más. ¿Entendido?

El tipo pequeñajo refunfuña en voz baja, pero parece aceptar. Me pone otra inyección y entonces empiezo a caer dormido, no sin antes darme cuenta de que me están bajando de las cadenas. Poco a poco, acabo perdiendo la consciencia y ya no me entero de más.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.