Aún está oscuro by Silvia Coma

Aún está oscuro by Silvia Coma

autor:Silvia Coma [Coma, Silvia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2018-04-22T16:00:00+00:00


* * *

Unos pasos rápidos se acercaron por la maleza. Aleck no tardó en reconocer el cuerpo de Eddie avanzando entre la espesa vegetación.

—¿Y bien? —le apremió Aleck.

Era evidente que sabía algo; sus ojos brillaban con la intensidad de quien guarda un secreto y no puede esperar para revelarlo. Pero ante la impaciencia del capitán, aprovechó para deleitarse. Si algo había sacado en claro era que estaría dispuesto a hacer cualquier cosa para conseguir a Elizabeth. Eddie había estudiado a todos concienzudamente, y ahora que conocía sus debilidades, estaba preparado para aprovecharse de ellas. Con una sonrisa perversa, respondió:

—Lo he visto.

Desde que lo vio en la laguna, Aleck lo sospechaba. El tiempo transcurría velozmente en la isla y, en medio de los silencios, los secretos emergían con rapidez. Solo faltaba verbalizarlo. Hacerlo real.

La confianza que había invadido a Eddie momentos atrás comenzó a evaporarse. Lo tenía en la punta de la lengua, pero se había quedado sin saliva y la boca se le había llenado de un sabor desagradable que, con los nervios, se iba apoderando de todo su cuerpo. Por unos instantes, a Eddie le sobrevino la culpabilidad, una terrible sensación que le trepaba por la garganta. Hasta entonces, había estado tan ensimismado en el interés analítico de los trastornos de conducta de Elizabeth, que no había caído en la cuenta de las consecuencias de aquella revelación. Aleck veneraba a Elizabeth y la había protegido desde que la conocía; la auxiliaba, velaba por ella… Por otro lado, también era cierto que el capitán había sido capaz de matar a uno de sus hombres a sangre fría, sin ningún tipo de vacilación. Eddie comenzó a temer que aquella confesión lo hiciera montar en cólera. ¿Y si la asesinaban? ¿Sería capaz de pegarle un balazo en la cabeza? La voz de Ceinwen le vino a la mente, nítida y oportuna: «Cada uno escribe su propia historia. Y todas las historias empiezan con tres palabras». Eddie sonrió para sus adentros. Fueran cuales fueran las derivaciones, sería interesante ver cómo se desarrollaban. Cualquiera de los desenlaces sería un objeto de causa-efecto a estudiar durante el tiempo que les quedara en la isla.

Despacio y con la mirada clavada en el horizonte, le contó lo que había visto. Desde que la habían rescatado, Ceinwen había ocupado el lugar de la otra joven. Los niños se acurrucaban junto a ella para oír sus historias. Mientras, Elizabeth se retiraba a su cueva para jugar y hablar con Cornelius. Afuera, junto al fuego, se podía oír su risa escandalosa, sus diálogos de una única voz, como si ella y su amigo vivieran en una porción de tierra aparte, muy lejana, donde no había lugar para nadie más.

La animadversión que Elizabeth sentía por Ceinwen había menguado, pero tampoco se acercaba demasiado a ella.

Eddie miró a su alrededor, asegurándose de que nadie los espiaba.

—Una vez ha entrado, ya no sale hasta el amanecer —dijo en susurros.

—¿Y qué hace?

—Habla, con dos voces. Habla durante horas. Ríe con dos risas.

Aleck se rascó la barbilla, pensativo.



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