Ulises y Yacir by Cristina Cerezales Laforet

Ulises y Yacir by Cristina Cerezales Laforet

autor:Cristina Cerezales Laforet [Cerezales Laforet, Cristina]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2016-06-01T00:00:00+00:00


Hace un tiempo delicioso. Es lo bueno que tiene el viento de levante, que después de su paso, el aire queda limpio y despejado. Ulises se encuentra con sus amigos en la playa. Ellos llegan en barca desde Barbate.

—Esta mañana —le dice Amaro— hemos salido a pescar con mi padre. Un día tienes que venir. Es chulísimo.

A él lo de la pesca no le atrae tanto. Le gusta más observar a los peces que matarlos. Marina parece distraída y soñolienta. Los dos hermanos se levantaron cuando aún era de noche para participar en la pesca al amanecer.

—Oye tío, estás exagerado con esas gafas, y con las aletas y todo.

—¿Tú no has traído tubo para las gafas?

—A mí no me hace falta.

Marina se despeja e interviene en la conversación.

—No hagas caso a este, que es un bobo —le dice señalando a su hermano con cierto desprecio.

No le pega a Marina, con esa cara de sirena, tratar así a su hermano.

—Vamos a la cueva que me dijisteis, ¿no?

—Pues claro.

—Entonces tiene que estar cerca de las rocas. No iremos muy lejos, ¿no?

—Pero está alejado de la playa. Está más allá de la punta Camarinal, pasada la playa del Canuto.

Marina emplea un tono autoritario que a Ulises no le gusta, pero sigue encandilado por su belleza.

—Venga, sube de una vez, y el perro también, que andamos apuraos de tiempo.

Ulises se queda en bañador y coge a Plaf en brazos para llegar hasta la barca.

—¿No sabe nadar el perro?

—Sí sabe nadar, pero si se moja nos salpicaría.

—Ya verás qué bonito. —Amaro rebosa entusiasmo—. Está lleno de peces, y luego están las cuevas subterráneas.

—¿Hay más de una?

—Son muchas pequeñas, pero la que nos interesa es la más grande. ¡Ya verás qué pasada!

—¿Está bajo el agua?

—¡Quillo, mira que eres preguntón! Está debajo de la roca.

—Y tiene una entrada por las rocas que casi no se ve —interviene Amaro—, parece que no haya nada, pero se abre bajo la roca y puedes respirar; aunque dice Marina que es mucho más bonito lo que está oculto bajo el agua. Ella la ha visto casi vacía, con la marea muy baja, ¿verdad, Marina?

La niña permanece callada desenredando un nudo del cabo.

—Anclaremos cerca de la cueva, nosotros sabemos dónde es, y desde allí localizaremos la entrada.

—¿Sabe vuestro padre que vamos allí?

—¿Qué pasa? ¿Te da susto perderte?

—No, era solo por saber.

Amaro se ríe sin malicia.

—Estás cagaíto de miedo.

—Mentira.

Ulises toma conciencia de que él es el único prudente, y que debería serlo por los tres: su padre le ha hablado de los peligros del mar. No es que tenga miedo, pero a él siempre le han recomendado que, cuando salga de excursión, deje siempre dicho adónde va, por si ocurre algo saber dónde buscarle. Y además le parece lógico, como lo de llevar el móvil, que también se lo dicen, y ni él se lo ha traído ni le parece que sus amigos lo lleven.

Marina está de mal humor, y bien podría ser por no haber dormido suficiente. A Natividad, la asistenta que viene a su casa, también le pasa.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.