Tiempos negros by VV. AA

Tiempos negros by VV. AA

autor:VV. AA. [AA., VV.]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Siruela
publicado: 2017-11-21T23:00:00+00:00


Al cabo de unas semanas, Laia pidió un permiso especial.

Mamá, esté sábado por la tarde el colegio nos quiere llevar a ver una película que se llama 2001: Una odisea en el espacio. Me gustaría ir. ¿Puedo, por favor?

No sé si es buena idea, Laia. Estas películas que os hacen ver, como Psicosis o esas tan raras de Buñuel y Saura, no son para tu edad.

Bueno, mamá, son películas sobre la realidad social y…

Y nada. Ni Los olvidados, ni Cría cuervos, ni El espíritu de la colmena ni nada, que luego no puedes dormir y no sabes por qué. Os enseñan demasiadas cosas.

Por favor, mamá. Esta película es diferente. Es científica. Trata de la teoría de la relatividad. El profesor de física nos ha explicado cosas para que la entendamos. Dicen que es revolucionaria.

¿Revolucionaria? A ver, ¿de qué trata?

Trata del futuro, de una nave espacial que viaja a través del tiempo y del espacio, y de un monolito misterioso que aparece en la Edad de Piedra, pero que en el siglo XXI vuelve a aparecer. El monolito es misterioso porque representa las eternas preguntas humanas sobre el origen de la vida y la muerte.

Bueno, esto no suena ni muy revolucionario ni muy nuevo. Puedes ir. Al menos no habrá asesinatos.

¡Gracias, mamá!

Laia salió aterrada del cine. Esa noche, el silencio fue más denso. Las preguntas se cernían sobre ella como nubes impenetrables. Las doce campanadas de la catedral tañeron más cerca. ¿El futuro nos depara flotar en el vacío cósmico al son de un vals anticuado? Una. Sin respuesta. ¿Cómo no temer al monolito si el abismo es insondable? Dos. Entre las tumbas se oyen gritos. Son reproches en una pelea de enamorados. Los gritos se acallan y los pasos suenan a hueco mientras se alejan. ¿Por qué no se van adonde los almendros en flor? Tres. Tañen las campanas, incesantes. ¿Será verdad que el tiempo nos engaña? Cuatro. ¿Despertaré, sola y vieja, en una prístina estancia romana diecisiete siglos más tarde? Cinco. Silencio. ¿Se debe ser aurora para vencer al alba? Seis. En los jardines funerarios canta un pájaro. ¿Es la alondra o el ruiseñor? Siete. El cielo empieza a clarear. Siempre clarea.

Lala salama, duerme en paz, le desea cada noche su padre en el suajili que aprendió en Etiopía. La lleva en brazos hasta su cama, como un príncipe a su princesa. Luego la deja caer y le repite las palabras mágicas. Lala salama. ¿Cómo descansar en paz si las preguntas nos acechan y no tenemos respuesta, si quizá nunca tendremos respuesta? Minatuenda lala. Me voy a dormir. El sueño quizá...

Sacadme de aquí. Sacadme de esta tumba blanca negra.

Tú no debes temer a la muerte, porque tú, Laia, ya estás muerta.



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